“Que un sector de nuestra propia oposición pegue gritos condenando el golpismo militarista hondureño – así, a secas – sin el menor análisis político, objetivo y real del verdadero ajedrez que juega el golpismo totalitario en Centroamérica, es sencillamente inaceptable. Además de estúpido y nefasto, demuestra una esquizofrenia política patética y lamentable.”

Que los restantes presidentes de la región, en particular el otrora galardonado Oscar Arias, sirvan de comparsa a las lloronas bolivarianas con un ojo puesto en las reservas petrolíferas venezolanas y el otro en las reservas de nuestro banco Central, es igualmente entendible. Como reconociera el saliente presidente salvadoreño, “cuesta gobernar sin tener petróleo”.

Que José Miguel Insulza, en mala hora electo secretario general de la OEA, corra a Managua a sobajearse con los dictadores y neo dictadores de la región y tenga el descaro de fotografiarse junto al dictador Raúl Castro reclamando el imperio de la constitución, la libertad y la justicia en Honduras, no debiera extrañarle a nadie. Finalmente, la OEA es un Club de presidentes, no de pueblos. Está al servicio de los gobiernos, no de los anhelos democráticos de sus ciudadanos.

Que las Instituciones Internacionales piensen con una mano en el bolsillo, empeñadas en no querer ver la tragedia que incuba el siniestro golpista venezolano metiendo sus garras en Honduras, como ayer en Bolivia, en Ecuador y siempre  en Nicaragua, pase. Los europeos gozan con los estropicios y barbaridades del militarismo golpista y dictatorial si suceden en ultramar. Que en su casa no les permiten a la ETA ni un suspiro. Es la ominosa doble moral de Occidente.

Pero que un sector de nuestra propia oposición pegue gritos condenando el golpismo militarista hondureño – así, a secas – sin el menor análisis político, objetivo y real del verdadero ajedrez que juega el golpismo totalitario en Centroamérica, es sencillamente inaceptable. Además de estúpido y nefasto, demuestra una esquizofrenia política patética y lamentable.

No saldremos jamás de esta pesadilla si entre los factores responsables de nuestro futuro se encuentran quienes piensan con las extremidades. Es la estulticia de vieja data, anidada en los manuales de doña Marta Harnecker. Es la izquierda borbónica, incapaz de liberarse de sus viejos prejuicios y sus dogmas trasnochados. Es la pusilanimidad de quienes todavía no saben sobre qué silla posan sus posaderas.

En opinionynoticias.com respaldamos sin medias tintas la acción de la institucionalidad democrática hondureña. Y rechazamos las intrigas del teniente coronel y de los castros, pretendiendo hacernos comulgar con las ruedas de carreta del golpismo. O se está con Dios o con el diablo. Si las aguas han de clarificare, que lo hagan ahora.

Mañana puede ser demasiado tarde.