Poco después de las 10 de la noche de hoy domingo, hora de Venezuela, la sede de UNION PRO del triunfador de la histórica jornada de hoy, Mauricio Macri, lucía pletórica del entusiasmo y la felicidad de sus simpatizantes. “Se siente, se siente, Mauricio presidente”. Sobre un sobrio escenario el gran elector junto a su carta para la capital Federal, Francisco de Narváez, que con el 50% de los votos escrutados aventajaba al candidato del oficialismo, Néstor Kirchner, por 2.8 puntos.

A estas horas de la noche todavía no se alcanzaba a medir la amplitud del descalabro sufrido por el kirchneriato y el derrumbe estrepitoso de la Sra. Cristina Fernández, vapuleada recientemente en una importante entrevista por el ex candidato presidencial Sáa, quien resaltara el único atributo de la señora de Kirchner: su amistad con el caudillo venezolano Hugo Chávez. En todo caso resultaba extraordinariamente revelador que en sus propios pagos, la provincia de La Plata, en donde nacieran a la vida política, desde cuyo despacho de abogados mercantiles comenzaran a hacer su gran fortuna y desde donde iniciaran la conquista de la república debieran conformarse con un modesto tercer lugar.

Peor aún en Santa Fe y Córdoba, en donde habrían descendido al cuarto puesto. Con razón un ex justicialista, el electo senados Sede Juez, al ser inquirido por sus impresiones acerca del peronismo kirchnerista señaló escuetamente: “es un barco que tiene un solo nombre en la proa: Titanic”.

Mientras la euforia reventaba en la sede de Unión Pro, en la de los Kirchner el silencio y el estupor eran atronadores. En tanto Kirchner guardaba un revelador silencio, Maurcicio Macri convocaba al renacimiento de la Argentina, al reencuentro de todos susw ciudadanos, a la paz, la concordia y el trabajo. “basta de prepotencia y de abuso,” – señaló en sus primeras palabras. “Convoco a los trabajadores, a los empresarios, a los educadores a trabajar por el bien de la Argentina. A reunificar la familia argentina. A superar los odios, el rencor y las diferencias”.

 Argentina ha vivido hoy un giro copernicano. Nada será como antes. Señal inequívoca de que los tiempos de nuestra América está cambiando. Sin duda: para mejor.

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