De la (in) deliberada ambiguedad
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 03 de Octubre de 2011 01:36

altObviamente, entre propios y extraños, la enfermedad del mandatario nacional ha de causar preocupación e incertidumbre. Sin embargo, quienes legítimamente dudan de ella o alegan una gravedad inaudita, resultan inmediatamente criminalizados por el régimen.

Basta con revisar las intervenciones parlamentarias de los defensores a ultranza de la salud física y psicológica de Chávez Frías, adivinando un gesto y una conducta conspirativa de quienes, sencillamente, preguntan por ella. Ni siquiera la autorización de los viajes presidenciales, distinta al permiso temporal de ausencia en las faenas del gobierno, según el jurista Carlos Escarrá, escapa de las simplicidades en boga, incluyendo el lance oportunista de defender una honorabilidad que no está en el debate.

Consabido, los venezolanos ignoramos el informe y la certificación médica correspondientes.  Atisbamos las ventajas de una deliberada ambigüedad de la versión presidencial que le permite, por ejemplo, convertirlo en un asunto que escapa – precisamente – de toda deliberación por ausencia de un diagnóstico firme, incontrovertible y contundente.

Recientemente, estelarizando las redes sociales, corrió la noticia de un agravamiento definitivo de la enfermedad, obligado Chávez Frías al empleo de la línea telefónica para hacerse presente en la radio y la televisión estatales. Por supuesto, la novedad halló un fértil terreno por aquellos ingenuos que siempre necesitan demostrar la condición de “dateados”,  exhibiendo un universo de “contactos” que lo hacen – acaso – más temibles que por la información difundida. No obstante, permítannos expresar una sospecha.

Nada impide que los organismos de inteligencia o contrainteligencia, difundan el “tubazo” para crear ambientaciones y opiniones que convengan al poder establecido. Sospechamos no sólo de la velocidad alcanzada por el dato, sino por los dividendos políticos que arroja una reaparición presidencial, por lo pronto, telefónica.

Todos los sabemos enfermo, aunque ese tan invisible diagnóstico de los especialistas en una democracia protagónica y participativa, autoriza los riesgos de una duda razonable. Y he acá una práctica novísima, sofisticada y eficaz del otro terrorismo del Estado minador de las certezas de hallarnos, además, en la Venezuela del siglo XXI.

@luisbarraganj


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