Escoria convaleciente
Escrito por Ramón Hernández   
Sábado, 01 de Octubre de 2011 07:29

altLos  seres humanos al borde del sepulcro, por lo general, se deslastran de odios y rencores, y perdonan. Entienden su finitud y aceptan que la inquina envenena el alma, y que amar al prójimo es mucho más que tolerarlo o aceptarlo, conductas igualmente discriminatorias aunque socialmente aceptadas; son menos dañinas que las abiertamente segregacionistas. No es lo mismo convivir con los otros, con los distintos, que aceptarlos a la fuerza o por interés.

Se repite que el ser humano es gregario, pero no se aclara que se junta con sus similares, con los que piensan igual o que comparten gustos o valores. Lo futbolistas andan con futbolistas y los carpinteros con carpinteros.

Mientras más primitivas y elementales son las ideas que comulgan más cerrados son sus círculos de relaciones. Ocurre en política y en ciertas sociedades prehistóricas, tribales. Por mucho tiempo a los yanomami se les dijo waikas, que es como les decían sus enemigos y que significa "asesino". Entendido el error, nunca más se les identificó con el error.

El sectarismo que ha acompañado a los militantes comunistas desde sus primeras luchas es fácil de entender, pero es totalmente injustificable y totalmente anticientífico. Considerándose superiores a los demás humanos por haber encontrado la fórmula supuestamente correcta de entender la historia y su manipulación mediante la dialéctica marxista y el materialismo histórico, actúan como reyezuelos que pueden decidir sobre la vida y la muerte de los otros mortales, que por pensar distinto o por creer en otros dioses pasan a engrosar la categoría de "escoria", "escuálidos", "gusanos", "no gente", "revisionistas", "vende patria", "reaccionarios", "derechistas", "contrarrevolucionarios" y todos los demás insultos que sea posible imaginar.

Por desviación profesional, los militares sufren de limitaciones similares y reducen al contrario a una palabra: "enemigo". Cuando las condiciones de militar y de primitivo se juntan es imposible que ni siquiera ante la peor enfermedad los rasgos humanos salgan a flote. Siempre se imponen el resentimiento y al reconcomio.

Ocurre si la persona fue maltratada en su infancia y en lugar de cariño recibió golpes e insultos, si no tuvo modelos en la escuela y en los cuarteles lo adiestraron para que no tuviera escrúpulos en matar y no respetar los derechos humanos del enemigo. En la postración que causa sufrir la peor enfermedad es normal que se sienta miedo y arrepentimiento, pero si se exacerba el odio y el afán de venganza es mejor no enjuiciar ni criticar, sino sentir lástima.

Presto escapulario.

@ramonhernandezg

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