Hungría: apoyar el bando equivocado |
Escrito por Carlos Balladares C. | X: @Profeballa |
Jueves, 04 de Abril de 2024 00:00 |
Hay días en los que la gente tiene la sensación, de una manera instintiva pero segura, de haber recibido una señal, algún mensaje, algo que va a influir directamente en sus vidas; no se sabe con certeza cuál es esa señal, pero se intuye que el momento ha llegado, se ha materializado y casi se puede oler. Aquella velada de mediados de marzo de 1944 olía así. No ‘sabíamos’ nada con seguridad, pero todos olíamos que algo se estaba formando y que se aproximaban cambios fundamentales y decisivos. (…) Aquella noche se recordaría no solo por lo que ocurrió más tarde: la desaparición completa y la aniquilación total de una forma de vida. (…) Tras acompañar a la puerta al último de los invitados, sonó el teléfono. Era un amigo, funcionario del Ministerio de la Presidencia que no tenía la costumbre de llamarme tarde, así que le pregunté con preocupación: - ¿ocurre algo? Y me respondió: - Los alemanes acaban de ocupar Hungría Sándor Márai, 1949, ¡Tierra, tierra!). Al escritor húngaro Sándor Márai (1900-1989) lo descubrí hace poco más de diez años cuando leí su obra sobre el sitio de Budapest por parte del Ejército Rojo (29 de octubre de 1944-13 de febrero de 1945): Liberación (1945). De forma inmediata quedé fascinado por su prosa, y a esta obra volveremos – Dios mediante – cuando a finales de año tratemos este hecho tan importante y terrible. El autor analiza-relata el fenómeno del totalitarismo nazi y comunista en su país, pero le da mayor peso al último en ¡Tierra, tierra!; y en Lo que no quise decir (2016) identifica la ocupación de Austria por el nazismo como el primer paso para la destrucción de la Hungría ligada a la civilización occidental. Para él son diez años que terminan con la llegada de los bolcheviques (soviéticos, pero también los que fueron vencidos en 1919) y su consolidación al convertir su país en un satélite de la URSS. Lamentablemente sus diarios de 1943 al 44 no han sido traducidos, pero podemos leer en Lo que no quise decir su explicación de cómo se perdió la oportunidad de establecer la democracia-liberal; y de esa forma no caer en las garras fascistas tanto externas como internas (Partido de la Cruz Flechada a la que finalmente los ocupantes le entregarían el poder en octubre de 1944). Hungría siguió el mismo destino que Italia al formar parte del Eje; y cuando intentó romper con dicha alianza, Alemania la invadió el 19 de marzo de 1944 por medio de la “Operación Marguerethe”. La misma se venía preparando desde finales del año anterior a medida que las tropas soviéticas se acercaban a sus fronteras, y la inteligencia nazi supo de los contactos del gobierno húngaro con los Aliados angloestadounidenses. El almirante Miklós Horthy, regente de Hungría desde 1920, había sido llamado el día anterior a una entrevista con Adolf Hitler el cual le informó de la inmediata ocupación de su país en respuesta a la traición de su Primer Ministro (Miklós Kállay). El Fuhrer amenazó con llevar a cabo la misma con tropas extranjeras que anhelaban someter la nación magiar por lo cual Horthy terminó aceptando, pero exigiendo cierta autonomía (al menos no se le dio el gobierno al Partido de la Cruz Flechada sino a un filogermano: el embajador en Berlín Dome Stójay). De nada le valió porque el poder real estaba en manos del SS-Brigadeführer Edmund Veesenmayer, plenipotenciario alemán que controlaba las tropas de ocupación y que inició el proceso de control de las refinerías e industrias y la deportación de los 500 mil judíos que el Tercer Reich había presionado anteriormente para su envío a los campos (pero que el gobierno húngaro nunca permitió salvo reducir sus libertades). El Ejército Húngaro cuyos miembros del Estado Mayor eran mayoritariamente filogermanos, no hizo nada para impedir la entrada de ocho divisiones de la Wehrmacht; y se mantuvieron luchando a su lado en el Frente Oriental. El cine húngaro tiene una importante producción sobre la Segunda Guerra Mundial aunque he logrado ver pocos títulos. Una primera impresión es el predominio del tema del Holocausto siendo la más famosa: Saul fia/ El hijo de Saúl (László Nemes, 2015) ganadora del “Grand Prix” de Cannes y el Óscar a mejor película en lengua no inglesa; pero en general parece que no ha asumido del todo su pasado colaboracionista. Daremos más detalles del mismo al hablar del Sitio de Budapest. De algún modo el cine pareciera seguir lo que se puede ver en la famosa “Plaza de la Libertad” de Budapest, en la cual en menos de 500 metros conviven el Memorial a los soldados soviéticos, estatuas a Ronald Reagan y George Bush, un busto del almirante Miklós Horthy; y desde el 2014 un polémico monumento que recuerda la invasión del Tercer Reich que hemos tratado. Es polémico porque como toda Historia Oficial establece perspectivas absolutas y tiene la intención de justificar los que en su momento conservan el poder (actual primer ministro húngaro conservador y nacionalista Viktor Orbán, que gobierna desde el año 2010). En este sentido Hungría es representada por el Arcángel Miguel y la Alemania Nazi por la respectiva águila de la simbología hitleriana con el año “1944” en una de sus patas. El mismo dice: “En memoria de las víctimas”. Orbán en su primer gobierno (1998-2002) inauguró un famoso museo “Casa del Terror Hazá” (en el edificio que ocupó la Gestapo y luego la policía política del régimen prosoviético) que describe los totalitarismo nazi y comunista padecidos por el país desde 1944 hasta 1991. Nuestra próxima entrega tratará sobre la guerra en China y el Pacífico. |
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