Navidad ya no tan religiosa
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 24 de Diciembre de 2021 03:20

altLa navidad celebra el nacimiento de Jesús. Muchas canciones aluden a Belén, a José, a María, la mula y el buey,

además del propio niño recién nacido hace siglos. El 24 tanto como el 25 de diciembre son fechas de alegría más cultural que religiosa. Niños, jóvenes, adultos y viejos se engalanan con atuendos nuevos si se puede, preparan sus comidas preferidas para la fecha: hallacas, ensalada de pollo o gallina, pernil, tortas. Y no pueden faltar los regalos para los infantes en el entendido de que son traídos por un misterioso "niño Jesús". 

Los días previos, como hemos visto en redes sociales, son de alborozo y alboroto. Cunde la desesperación por las compras, pocas o muchas; por demostrarle a los otros que hay más y más que enseñar. Competencia de la tenencia y la vanidad. Otros se dedican con ahínco al alcohol, como si fuera indispensable amanecer ebrio el 25, enratonado a juro. Se supone que es estos finales de año no existe lugar para las discordias y que, por el contrario, son fechas propicias para las reconciliaciones y el cese de las enemistades. Quienes no se hablan vuelven a saludarse, hasta una nueva pelea. 

Resulta obligante dentro y fuera de las casas la decoración alusiva a la navidad, y a la alegría: luces, flores, miriñaques colgando, figuritas religiosas o no, generalmente de lejanos parajes con nieve. Arbolitos y nacimientos no pueden faltar como demostración de esa exorbitante dicha que colma a los seres al final de diciembre, con frío. 

No les importará gastar lo que no tienen con tal de lucir bien cada uno, de tener la casa bien limpia y decorada y de contar con caña y comida acorde a la festividad. Música por todos lados suele confundirse de una a otra casa en ritmos múltiples a un tiempo. La navidad es una pausa alegre del final del año y contra eso nada ni nadie puede. También es situación afectiva y, en muchos aspectos, pues psicológica: oportunidad para el llanto y los recuerdos. Los que se fueron por fallecer y los que no están porque buscaron refugio en otras latitudes, quebrantando a la familia, que debe permanecer obligatoriamente unida en estás fechas. Pero no es posible complacer todas las peticiones para el niño. Especialmente en Venezuela. 

La tiranía se luce con luces en las plazas. Económico -por barato- gesto de demostración de su entendimiento cultural y psicológico de la población. Plazas que colmó con negocios de comida rápida. El arduo trabajo de los habitantes por darse un tiempo de solaz en medio de la emergencia humanitaria no es para olvidar. Los criminales imponen coto al desborde alegre de la navidad, la encierran, la limitan económica y psicológicamente. La diáspora destruye la paz familiar. Ni hablar de la situación de los presos políticos por estas fechas sentimentales. Sin embargo, no hay tirano que pueda con la navidad. Felicidades a todos en estos días. Los habrá mejores, seguramente.  


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