El ministro eléctrico
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Viernes, 30 de Octubre de 2009 07:41

altÁngel Rodríguez debe saber de producción de energía eléctrica, lo mismo que Rodolfo Sanz de siderurgia o Jesse Chacón de sismología o Nicolás Maduro de diplomacia.

Aunque la culpa oficial del desastre eléctrico la tenga el fenómeno de “El Niño”, y la debacle de Guayana se le atribuya a la crisis del capitalismo financiero, y el racionamiento de agua se le achaque al calentamiento global, y la violencia criminal sea consecuencia de los grupos para-militares que el gobierno colombiano ha logrado infiltrar el nuestros barrios –todas éstas, explicaciones que han emanado de voceros oficialistas, incluyendo el propio señor Chávez–, algo de la catástrofe gubernativa debe deberse al hecho simple y demostrado de que la mayoría de los altos funcionarios son capaces de destruir lo que le pongan por delante.

Así, Rafael Ramírez tiene añales de ministro de Energía y Petróleo, y el país cuenta cada vez con menos energía y menos petróleo. Diosdado Cabello centraliza la infraestructura y la vivienda, y el decaimiento de lo primero y la parálisis de lo segundo, son evidencias en cualquier parte del territorio. Los militares tomaron el control de la salud pública, bajo la tutoría de los cubanos, y los resultados son literalmente trágicos.

Por donde se mire, hay un organismo importante del Estado en manos de un supremo incompetente, y cuando al rato se remira, entonces ya fue destituido por otro, acaso más inepto para todo lo que se refiera al cumplimiento razonable de las responsabilidades formales. Que para menesteres distintos, en cambio, la incompetencia se vuelve de lo más habilidosa. ¿Cuántos presidentes ha tenido el Metro de Caracas durante la satrapía bolivarista? Más de 10, y así en muchas otras entidades clave para el desenvolvimiento mínimo del sector público.

Y encima, a algunas de estas nulidades engreídas –que ni siquiera llegan a reputaciones consagradas, se le amontonan los cargos y las funciones en una especie de carrusel de ineficiencia, para sólo hablar de lo más leve. La rotación y el enroque, además, son una característica principal de este despelote administrativo, en el que haber sido un conspirador febrerista o un habitué de Yare son los requisitos indispensables para encargarse de la represa del Guri o para manejar las reservas del BCV o para dictaminar el presente y futuro de la educación nacional.

Con esa manera tribal de mal-entender la función pública, sólo se llega al llegadero actual de racionamiento, escasez, carestía y violencia, después de que el Estado “revolucionario” recibiera y despachara mil veces mil millones de dólares, en gran parte cortesía de la bonanza petrolera internacional.

Pero nada de eso importa en Miraflores, porque este nuevo ministro de Energía Eléctrica, el número 27 en la lista ministerial, ya empezó a hacer más o menos lo mismo que sus 26 colegas de Gabinete: aplaudirle los chistes a Chávez y echarle el muerto de la torta a un culpable metafísico, que por si acaso ya el ex diputado Rodríguez está hablando del “paramilitarismo energético”. Así es que se des-gobierna.

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