La Soberanía: desde el Poder Absoluto de Bodin hasta la Visión Humanista de Maritain
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera   
Domingo, 13 de Abril de 2025 07:32

altJean Bodin y Jacques Maritain son dos grandes pensadores de la filosofía política, aunque separados por siglos,

pero unidos por una misma pregunta: ¿Qué es la soberanía y cómo debe ejercerse?  Mientras Bodin, en “Los Seis Libros de la República”, la define como un poder absoluto e indivisible, Maritain, en El  Hombre  y  el  Estado,  la  reinterpreta  desde  una  ética  humanista.  En este artículo se exploran sus ideas,  mostrando  cómo  un  mismo  concepto  puede  transformarse  para  responder  a  distintas  épocas  y  necesidades.

 

1. Bodin:  La Soberanía como Pilar del Estado

En el primer libro de, Los Seis Libros de la República, Bodin establece su teoría política  en  un  mundo  fracturado  por  guerras  religiosas  y  sistemas  feudales.  Para él, la soberanía es el poder absoluto del gobernante, pero no un poder arbitrario:  está limitado por las leyes divinas y naturales.

Lo revolucionario de Bodin:

Bodin define la  soberanía  como  indivisible:  No  puede  estar  repartida  entre  reyes,  nobles  o  iglesias,  porque  eso  lleva  al  caos.

Le da herramientas al Estado:  El soberano puede  legislar,  juzgar  y  gobernar  sin  depender  de  otros  poderes.

Pero impone límites morales:  Aunque el poder es absoluto, debe  respetar  principios  superiores  (como  la  justicia  universal).

La pregunta sería sí el soberano, ¿querrá evitar el abuso de su poder absoluto?, sino hay nadie y nada más que su poder ¿realmente tendrá límites para el ejercicio del mismo?

Un  equilibrio  frágil: 

Bodin no confía en  que el  pueblo  pueda  gobernarse  solo,  pero  tampoco  quiere  un  tirano.  Su soberanía es un mal necesario para evitar el desorden,  pero  atada  a  una  ética  que  evite  abusos.

 

2.  Maritain:  La Soberanía al  Servicio del  Hombre

Tres  siglos  después,  Jacques  Maritain  mira  la  soberanía  con  otros  ojos.  En “El Hombre y el Estado” y “Humanismo  Integral”,  Maritain crítica  la  idea  de  un  poder  concentrado  en  una  sola  figura.  Para él, la verdadera soberanía reside  en  la  comunidad,  o  lo  que  hoy  llamamos  sociedad  civil,  y  debe  servir  al  desarrollo  humano. Por lo tanto, el tema de la soberanía lo mira desde otro ángulo.

Lo  radical  de  Maritain:

Niega  el  absolutismo:  Dice  que  la  soberanía  no  puede  ser  "indivisible"  porque  el  poder  debe  distribuirse  (en  democracias,  por  ejemplo).

Pone  al  hombre  en  el  centro:  El  Estado  no  es  un  fin  en  sí  mismo,  sino  un  instrumento  para  garantizar  derechos  y  dignidad.

Recupera  la  ética,  pero  desde  la  libertad:  No  habla  de  leyes  divinas,  sino  de  derechos  humanos  universales.

Un giro copernicano:

Mientras Bodin veía al  pueblo  como  súbditos,  Maritain  los  ve  como  ciudadanos  activos.  La soberanía ya  no  es  un  poder  que  se  impone,  sino  un  servicio  que  se  presta.

Se  puede hacer  un  cuadro  comparativo  de  las  posiciones  de  ambos  autores 

 

 3. Bodin  vs.  Maritain:  ¿Enemigos  o  Complementos?

Aunque sus  ideas  parecen  opuestas,  hay  puntos  en  común:

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La gran  diferencia de ambos autores:

Bodin centraliza  el  poder  para  evitar  el  caos.

Maritain lo  distribuye  para  evitar  la  opresión.

Pero  ambos  comparten  una  preocupación:  que  el  poder  no  se  corrompa.  Bodin  lo  hace  con  límites  morales;  Maritain,  con  participación  ciudadana.

 

Dos visiones, una búsqueda

Bodin y Maritain  representan  dos  momentos  clave  de  la  política  occidental:  uno,  la  necesidad  de  orden;  el  otro,  la  demanda  de  libertad.  Hoy,  sus  ideas  siguen  vivas:  cuando  discutimos  sobre  el  poder  de  los  gobiernos,  los  límites  de  la  autoridad  o  el  papel  de  la  sociedad,  estamos  hablando,  en  el  fondo,  de  la  misma  pregunta  que  ellos  intentaron  responder.

¿Podría Bodin aceptar alguna idea de Maritain?  Quizás sí, ya que ambos creían que la soberanía,  más  que  un  privilegio,  es  una  responsabilidad.

Analicemos un evento histórico y en como estas ideas las podemos utilizar para analizar una situación de conflicto de estas dos aproximaciones a la soberanía y a los derechos humanos para ello consideramos el caso de la disolución de Yugoslavia.

 

El Conflicto entre Soberanía y Derechos  Humanos:  el  caso  de  Yugoslavia

La  disolución  de  Yugoslavia  en  los  años  90  puso  en  evidencia  uno  de  los  dilemas  más  complejos  de  la  política  internacional:  ¿Qué  prevalece  cuando  la  soberanía  de  un  Estado  choca  con  la  violación  masiva  de  derechos  humanos?  Este conflicto,  marcado  por  guerras  étnicas,  limpiezas  raciales  y  la  intervención  de  la  OTAN,  cuestionó  los  principios  clásicos  de  no  intervención  y  abrió  debates  sobre  soberanía  condicional,  responsabilidad  internacional  y  el  derecho  a  proteger.

1.  Soberanía  vs.  Derechos  Humanos:  El  Marco  Teórico

La visión clásica:  Bodin  y  Westfalia

Soberanía absoluta:  Según la  tradición  de  Jean  Bodin  y  el  Tratado  de  Westfalia  (1648),  el  Estado  tiene  control  exclusivo  sobre  su  territorio  sin  interferencia  externa.

No intervención:  La Carta de  la  ONU  (1945)  consagra  este  principio  (Art.  2.7), protegiendo a  los  Estados  de  injerencias.


La  crítica  humanista:  Maritain  y  el  derecho  internacional

Jacques  Maritain  ya  había  advertido  que  la  soberanía  no  puede  ser  un  escudo  para  la  opresión.

En  los  90,  este  debate  se  reactivó:  ¿Puede  la  comunidad  internacional  violar  la  soberanía  para  detener  crímenes  contra  la  humanidad?

 

4. Yugoslavia:  El  Colapso  de  un  Estado  y  la  Crisis  de  Soberanía

Entendamos el contexto en el cual se enmarco este conflicto.

Yugoslavia  era  una  federación  multiétnica  (serbios,  croatas,  bosnios,  etc.)  bajo  el  liderazgo  de  Tito.

Tras  su  muerte  (1980)  y  la  caída  del  comunismo,  resurgen  tensiones  nacionalistas.

  

El inicio del conflicto

1991-1992:  Eslovenia  y  Croacia  declaran  independencia.  Serbia,  liderada  por  Slobodan  Milošević,  intenta  mantener  el  control.

Guerra  de  Bosnia  (1992-1995):

Violaciones  masivas  de  derechos  humanos:  Masacres  como  Srebrenica  (8,000  bosnios  asesinados),  campos  de  concentración,  violaciones  sistemáticas.

Respuesta  internacional:  La  ONU  envía  cascos  azules,  pero  su  mandato  limitado  (protección  humanitaria,  no  intervención  militar)  fracasa.

El  dilema

Soberanía  yugoslava:  Serbia  argumentaba  que  el  conflicto  era  "asunto  interno".

Derechos  humanos:  La  comunidad  mundial  presionaba  para  actuar  ante  el  genocidio.

 

5. La Intervención de  la  OTAN  (1999):  ¿Fue Legítima  Defensa  de  los  Derechos  Humanos?

Kosovo:  El punto de quiebre

Kosovo,  provincia  serbia  con  mayoría  albanesa,  sufre  un gra represión.

En 1999,  la  OTAN  bombardea  Yugoslavia  sin  autorización  del  Consejo  de  Seguridad  de  la  ONU  (por  el  veto  de  Rusia  y  China).

Aun recordamos el concierto de Luciano Pavarotti, Brian Eno y Bono titulado “Miss Sarajevo” (https://qrcd.org/8VoU ). Donde la mejor idea para llamar la atención del mundo de la masacre que sufrían fue desarrollar un concurso de belleza como respuesta a la muerte.

En el cuadro siguiente resumimos los argumentos a favor y en  contra de la intervención.

 

Los argumentos

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6. Consecuencias y Lecciones

Para Yugoslavia

Fin del régimen de  Milošević  (2000),  resultando en la posterior independencia  de  Kosovo  (2008,  no  reconocida  por  todos).

Heridas abiertas:  Nacionalismos exacerbados quedaron en las heridas de postguerra,  lo que aun genera fracturas  sociales entre las naciones que formaron a Yugoslavia.

Para el derecho internacional

Nace  la  "Responsabilidad  de  Proteger"  (R2P)  en  2005:  Soberanía  implica  proteger  a  la  población;  si  no,  la  comunidad  internacional  puede  intervenir.

Pero persisten  contradicciones:  Casos  como  Siria  muestran  que  la  política  aún  pesa  más  que  los  principios.

¿Soberanía  o  Humanidad?

Yugoslavia demostró que la soberanía  no  puede  ser  un  muro  infranqueable  cuando  hay  atrocidades.  Sin embargo, la intervención de  la  OTAN  dejó  preguntas  sin  respuesta:

¿Quién define qué es una “crisis humanitaria"?

¿Cómo evitar que las potencias usen este discurso para  imponer  sus  agendas y sus intereses?

El caso yugoslavo no resolvió el conflicto, pero sí dejó  claro  que,  en  el  siglo  XXI,  la  soberanía  ya  no  es  sagrada.  El desafío sigue siendo encontrar un  equilibrio entre  orden  internacional  y la  justicia.

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|*|: El autor es profesor de Economía adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la ULA. https://orcid.org/0009-0001-5282-0006

 


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