Democracia y dictadura (1)
Escrito por Alexis Márquez Rodríguez (QEPD)   
Viernes, 16 de Septiembre de 2011 07:21

altCon frecuencia muchas personas expresan dudas acerca de si lo que padecemos hoy en Venezuela es una dictadura, o no. Lo que ya parece generalizado y evidente es que no es una democracia, o que cada vez lo es menos.

La duda surge al comparar el régimen actual con lo que tradicionalmente se tiene por dictadura. Esa comparación, los de cierta edad la hacen teniendo a la vista la dictadura de Pérez Jiménez (1948-1958), que sufrieron directamente. Otros, más jóvenes, la hacen pensando en lo que los mayores les han contado o en lo que han leído sobre el perezjimenismo. Muchos piensan también en la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Pero los tiempos han cambiado, y hoy, junto con las tradicionales, hay también dictaduras que no son exactas a las del pasado.

Se dice, por ejemplo, que en Venezuela hay libertad de expresión, y eso, según algunos, bastaría para negar que aquí haya dictadura. Sin embargo, la libertad de expresión que tenemos es bastante imperfecta: se ha clausurado medios de comunicación, se ha sometido a juicios amañados a determinadas personas por emitir opiniones urticantes para el régimen, y, en general, el gobierno ha administrado la libertad de expresión de una manera caprichosa y arbitraria, manteniendo un clima permanente de amenaza al derecho de emitir opiniones, lo que ha obligado en muchos casos a la autocensura. Vale recordar que bajo la tiranía de Gómez un periodista audaz y valiente, como Leoncio Martínez (Leo), logró publicar el semanario Fantoches, inequívocamente antigomecista, mantenido entre cierres del periódico y carcelazos de Leo, y a nadie se le ocurrirá decir que la existencia de Fantoches era indicio entonces de libertad de expresión.

Uno de los hechos más evidentes de la actualidad venezolana es la inexistencia de poderes públicos, salvo, desde luego, el Ejecutivo. Es habitual decir que entre nosotros no hay, o no se respeta la separación de poderes, principio fundamental de la democracia. Esto es un eufemismo, pues la realidad es que no hay poderes públicos, en el estricto sentido, por lo que mal puede haber separación entre lo inexistente. La propia presidenta del Tribunal "Supuesto" de Justicia ha declarado varias veces esa inexistencia, porque la misma perjudica al poder ejecutivo, único que, según ella, debe existir y de hecho existe. Por lo demás, las actuaciones de jueces y magistrados están permanentemente en función de los caprichos y arbitrariedades de Chávez.

En cuanto al supuesto Poder Legislativo, su inexistencia es patente, salvo como un pintoresco mamotreto dedicado, según sus propios personeros, a la producción de leyes para la revolución, y sin ejercer ninguna de las funciones de control de otros poderes que le atribuye y ordena la Constitución.


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