Salve a un venezolano
Escrito por Luis Pedro España N.   
Jueves, 08 de Septiembre de 2011 04:52

altLa escalofriante cifra de 70 asesinatos en un fin de semana, como la estimación de que volveríamos a superar las 16.000 víctimas mortales este año, son números más que suficientes para crear una bizarra organización de salvación de los venezolanos. Si los delfines, las ballenas azules, las tortugas o los gorilas tienen sus iniciativas globales de protección, la indefensión en la que se encuentran los venezolanos, especialmente los más jóvenes, debería estimular la formación de algún organismo para nuestra defensa.

Adoptar a un venezolano de entre 15 y 30 años de edad para sacarlo de su sociedad y así reducir drásticamente la posibilidad de que muera en las calles de cualquiera de las principales ciudades del país, aun cuando sería una solución definitiva, no debería ser el objeto ni la misión principal de esta asociación. Se trata de salvar a los venezolanos, no de desterrarlos para convertirnos en cualquier otro latinoamericano que tiene una infinita mayor probabilidad de sobrevivir que nosotros.

Lógicamente, cualquiera sean los componentes de los programas de salvamento que dicha organización se trace, debería concentrarse en la población con mayor riesgo: jóvenes, varones, habitantes de las principales ciudades y residenciado en algún barrio popular. En cifras gruesas podríamos decir que esa población en peligro estaría expuesta cada año a una probabilidad algo mayor de 1 por 100 de morir asesinado. La cuenta es fácil. De los 8 millones de jóvenes que tiene el país entre los 15 y 30 años de edad, los varones, urbanos y de barriadas populares, alcanzarían unos 1,5 millones, que constituyen el denominador de la fracción cuyo macabro numerador es el número de muertes por asesinato en Venezuela.

Esa organización no contaría con el apoyo del Estado venezolano. A pesar de ser el principal responsable de la situación de exterminio de nuestros jóvenes, el Gobierno es especialista en echarle las culpas a otros. Desde el capitalismo mundial, pasando por la familia, siguiendo con los gobiernos anteriores que ya nadie recuerda, hasta terminar en la estúpida y repetida frase de la supuesta pérdida de valores. Para ellos su propia responsabilidad no cuenta y, como corresponde a cualquier nacionalismo de vencidos, cualquier iniciativa de ayuda internacional no sería interpretada sino como una insultante intromisión extranjera en los asuntos internos que el Gobierno es incapaz de resolver.

La asociación tendría que ingeniárselas para diseñar programas de aislamiento, seguridad y reeducación carcelaria. Tendría que promover diseños institucionales para combatir la corrupción en los cuerpos policiales, propulsar reformas en el sistema de justicia que ayuden a desmontar el sistema de dependencia que éste tiene con el Ejecutivo.

Debería, a su vez, articular un sistema de identificación transparente y confiable, así como auspiciar políticas económicas y sociales para relanzar al país por la senda del crecimiento, el bienestar y las oportunidades, de forma tal que la delincuencia pierda el atractivo que tiene cuando las vías legales, formales y legítimas de realización están bloqueadas.

En el tema de la violencia y su control los Estados son insustituibles. Cualquier otra iniciativa, como aquello de armar al pueblo, sólo agravará las cosas.

Por ello, esta asociación ficticia no podrá salvar ni a un solo venezolano. A lo más lo que podría hacer es darnos el tratamiento mediático de especie en extinción, a ver si con ello la vergüenza del Gobierno lo obliga a ocuparse de su primaria y originaria función: salvar a los venezolanos.

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