Sobre el azar no se construye país
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 06 de Agosto de 2011 09:11

altLa vida es azarosa bajo distintas condiciones. Aunque también, en medio de múltiples situaciones. Sólo que desde el azar, luce imposible alcanzar metas trazadas con una dirección predeterminada. Un proyecto nacional puede servir para ilustrar esta reflexión. Aunque vale señalar, primeramente, lo que ello implica. Un proyecto nacional es el producto de una vivencia nacional derivada de un momento estelar que cautiva y concentra el interés de la población en todo su conjunto.

Un proyecto nacional no se construye con imposiciones y arbitrariedades producto de necedades superadas históricamente que traten de regular y controlar el desenvolvimiento natural que sigue una sociedad. La historia política ha sido testimonio fehaciente de coerciones con resultados sociales y económicos infortunados. Aunque al mismo tiempo ha reflejado la respuesta de interesantes comportamientos multitudinarios motivados por el consenso ante oportunidades de desarrollo que son entendidas y exaltadas por el colectivo nacional. De hecho, ha dado cuenta de proyectos nacionales por los cuales se han reivindicado causas de distinta índole. Particularmente, políticas.

Pocas veces Venezuela se ha valido de coyunturas de esta naturaleza mediante las cuales ha posibilitado la construcción de proyectos nacionales para fortalecerse ante desmanes y crudas circunstancias. La historia así lo confirma. La participación del equipo venezolano de fútbol profesional conocido como la Vinotinto por el color que porta su uniforme, en la Copa América, evidencia un ejemplo de estas realidades. Fue su concurso en tan magno evento deportivo, lo que animó la construcción de un proyecto nacional cuyo poder de convocatoria unificó la sociedad venezolana al margen de las divisiones que, en los años de esta primera década del siglo XXI, han fracturado al país por causas de una insulsa política.

Clasificar la jornada semifinal para medirse de cara al primer lugar, o competir por el tercer lugar, pese a la injusta derrota sufrida, no amilanó el entusiasmo nacional. Por el contrario, exaltó la voz de un pueblo que vibró al unísono con el desarrollo del juego tanto como con la movilización del equipo a su paso por el país anfitrión: Argentina. Con ello se vivió la construcción de un verdadero proyecto nacional. No obstante, el gobierno insiste en la construcción de un “hombre nuevo”. Pero con valores apegados a obtusos modelos políticos, económicos y sociales cuyos resultados han sido enormes fiascos.

¿Y cómo podría persistir su pretensión si el grado de improvisación sobre el cual gravita sus ejecutorias, es groseramente elevado? Los criterios sobre los cuales operan sus decisiones, están cargados de una animadversión por todo lo que pueda lucirle contrario a su proyecto de revolución que, desde todo punto de vista, es agresor de principios de orden ético, ciudadano y democrático. Entonces, ¿a dónde habrá de parar Venezuela con todo este agregado de equivocadas praxis de gobierno? Y es que definitivamente, nada puede construirse sobre el azar. Mucho menos, realidades con las capacidades y potencialidades físicas y espirituales de Venezuela.


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