La camarilla militar-civil que desgobierna al país considera que debe avanzar en un proyecto fracasado dondequiera se ha aplicado... Vivimos un momento muy especial. Un país a la deriva, sin orden ni concierto. La camarilla militar-civil que desgobierna al país considera que debe avanzar en un proyecto fracasado dondequiera se ha aplicado. Y para eso actúa en dos direcciones:

1. En el orden económico mediante leyes que constriñen más la iniciativa privada y por tanto el aparato productivo.

2. En el orden político, inhabilitando a candidatos de la disidencia como a Oswaldo Álvarez Paz y Capriles Radonski, nuevas amenazas contra Globovisión y otros medios de comunicación para provocar autocensura al mismo tiempo que permiten el desbordamiento de programas oficialistas llenos de insultos y provocaciones contra personalidades, la procacidad y la agresión directa contra una honorable dama, insigne luchadora social desde el año 36 e impulsora de la cultura nacional durante décadas como es el caso de María Teresa Castillo, que hoy sobrepasa los cien años de edad.

Estas avanzadas se realizan bajo una campaña mediática que encubre, con el pretexto de la real enfermedad de Chávez, las actuaciones de sus subalternos.

Estas agresiones no deben ser soportadas pasivamente por una mayoría visible que quiere vivir en paz y conquistar un funcionamiento democrático de la sociedad venezolana. No bastan los comunicados y ruedas de prensa. Hay que estudiar respuestas que estén en consonancia con esta ofensiva oficialista que intenta remachar una autocracia militarista.

La disidencia cuenta con fuerzas importantes, tanto desde el punto de vista institucional (gobernaciones, alcaldías, 67 diputados que representan 52% del electorado, rectores universitarios, academias), como de masas (movimiento estudiantil, movimiento obrero emergente, ONG, gremios empresariales, etc.), que deben ser puestas en movimiento.

La unidad representada en la MUD es a su vez la vanguardia política de un accionar mucho más vasto y nacional.

Hay que enfrentar y derrotar estas agresiones con mayor firmeza y coraje. Es nuestra opinión, reforzada por la exigencia de voceros democráticos que reclaman mayor firmeza en un instante tan delicado de la vida política nacional.

Una mayoría no debe dejarse dominar por una minoría antidemocrática.

Lo que está en juego es muy grande, es el futuro inmediato y mediato de la sociedad venezolana.

UN/OyN