La historia ¿manipulación en crudo?
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 03 de Mayo de 2025 04:32

altLa tarea de la ciencia histórica, no debe constreñirse por razones de mero fanatismo u obcecadas ideologías políticas.

Cualquier intención en esa dirección resulta fatal para el devenir de toda sociedad. 

Particularmente, cuando la movilidad social busca ataviarse con libertades a fin de establecer su recorrido histórico al calor de los derechos individuales y colectivos como forma de exaltar las capacidades y potencialidades sobre las cuales se depara el desarrollo.

 

La fragilidad de la verdad

No hay duda de la fragilidad de la verdad. Sobre todo, cuando ésta corre el riesgo de verse a merced de subjetivismos circunstanciales incitados por el poder político de turno. La infundada idea de “reescribir la historia a manera de insurgir contra una historiografía que ha justificado el estado burgués”, es enteramente ridícula. 

Pero aún peor, condenable por cuanto frente a tan absurda aspiración cabe la sospecha de incurrir en lo que la cultura popular aduce de “arrimar la brasa a su sardina”. O sea, todo un problema de sarcástico reacomodo de consideraciones que en su momento determinaron sucesos y procesos económicos, políticos y sociales que trazaron las razones que luego se tornan en símbolos propios sobre cuyos cimientos morales se consolidan sentimientos y esperanzas nacionales. Tanto así, que el filósofo alemán, George W.F. Hegel, refirió que la “historia es el progreso de la conciencia de la libertad”.

 

Parajes obligados de la historia

La noticia divulgada sobre el traslado de los documentos del Generalísimo Francisco de Miranda y del Libertador Simón Bolívar, desde la Academia Nacional de la Historia a las bóvedas del Archivo General de la Nación, causó urticaria en importantes grupos profesionales y académicos. 

Más cuando se ha reconocido que la ecuanimidad de los académicos siempre ha estado por encima de cualquier capricho de desdoblar interpretaciones que configuran el trazado de la historia patria. 

Sin embargo, en medio de lo que ha representado la actual gestión pùblica, sesgada por intereses importunados, que además rayan en una desenfrenada mediocridad conceptual y metodológica, es natural el temor a que la necia pretensión de “reescribir la historia” se convierta en una vulgar idea de compilar datos ensartados o adulterados según las necedades y arbitrariedades político-ideológicas impuestas por presunciones esgrimidas por instancias del poder.

 

A manera de conclusión

El gran concepto teórico que destaca el proceso histórico de creación y reproducción de bienes e ideas, es decir de modos de producción, es el de “formación social histórica”. Bajo este enfoque, se capta un momento histórico en todos sus niveles y articulaciones. 

Justamente, es por lo que se teme toda vez que el trabajo del historiador que busca el amparo del poder se encuentra sometido a concepciones arregladas a instancia de la ocasión política. O al margen de toda crítica que pueda poner al descubierto fatuidades ideológicas y políticas. Pero como decía el español Jacinto Benavente, “una cosa es continuar la historia, y otra repetirla”. 

Tan trascendentales documentos en manos inescrupulosas, puede devenir en revolver y trastocar lo que Miguel de Cervantes definía como “testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo por venir” De realidades así contrariadas, no sería extraño que ahora argumentan que antes todo estribaba en ideas extrañas a la política sobria. Y por tanto la historia se haya desvirtuado. O acaso no será que, frente a la peor politiquería y grosera calaña intelectual, es la historia ¿manipulación en crudo? 


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