“Hacer política” no es fácil
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 22 de Noviembre de 2025 08:12

altToda intención de cambio, luce de grata pertinencia. Un aforismo de lucida expresión, dice: “basta con la intención”.

Aún cuando su realidad se supedita a la sensibilidad del contexto donde habrá de ocurrir el cambio trazado o prometido.

Sin embargo, en medio del azoro que incitan estos pronunciamientos de “buena voluntad”, el cambio pretendido u ofrecido con base en un escueto o florido discurso, depende de variables que no siempre son controlables pues su manejo es función de factores externos y de conocimiento.  

Con el tiempo, ese problema deja de tener el sentido que su declaración exaltó. Incluso, en cualquier plano o momento de la vida del ser humano. Aunque esto ocurre -con mayor rigurosidad- de manera arrolladora, en el ámbito de la dinámica política. Más aún, en medio de circunstancias o coyunturas suscritas a situaciones de gobierno político-institucional.

 

Aproximación al problema

De manera que se cometería un error si acaso el discurso político incurre en la tentación de deambular en el terreno de meras promesas. Y que, si bien lucen como intenciones, aun cuando sean pronunciadas con el mejor apego a los problemas mas insidiosos, casi nunca se llegan a cuajar como hechos. Este problema tiene una explicación que explaya la teoría de gobierno.

De entrada, debe decirse que este comportamiento es propio de toda actividad proselitista. Sin embargo, su reiteración como propósito anunciado, raya con el populismo. Así que toda pretensión pregonada a manera de ruido electoral o divulgada sin más respaldo que la sola intención de ganar espacio político o prosélitos, cae en saco roto. Sobre todo, cuando lo publicado o expuesto públicamente, no ha sido registrado como un proyecto político debidamente elaborado.

Anunciar que irá a “cambiarse la forma de hacer política”, no es cuestión de fácil arraigo. Más aún, cuando se reduce a un simple pronunciamiento de relleno dirigido a emocionar multitudes. “Hacer política”, no sólo se alcanza “dándole solución a los problemas del pueblo”. Más, porque tan complicada determinación transita por procesos sociales creativos e inciertos dirigidos a abordar la complejidad como estamento de la realidad política y económica.

 

En conclusión

“Cambiar la forma de hacer política” pasa por el estudio de situaciones difusas, por la planificación estratégica en la incertidumbre, por el análisis de situaciones integrales, por las técnicas de negociación, técnicas de simulación humana de procesos y otras disciplinas que el dirigente político debe saber. Así, el gobernante evitaría ser víctima de asesores tecnocráticos desfigurados por ciencias parciales que estos aplican al margen de intereses y necesidades del ámbito político bajo análisis. Por consiguiente, “hacer política” no es cualquier cosa. Menos, si no se tiene exacta idea de lo que ello implica. Por eso, “hacer política” no es fácil. 


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