Conquistadores no defienden derechos humanos
Escrito por Ángel Rafael Lombardi Boscán | X: @lombardiboscan   
Viernes, 12 de Diciembre de 2025 00:06

altDesaprender debería ser el propedéutico de materias como Historia de Venezuela y sus temas cautivos y deformados

 "El pasado es un país extranjero: allí hacen las cosas de otra manera." L.P. Hartley (1895-1972)

 

No podemos comprender el pasado con nuestros esquemas mentales del presente.

Las certezas históricas casi siempre son espejismos y lo habitual entra en los territorios de la sospecha. Las zonas grises son invitaciones para dudar e interrogar.

Al pasado nos fascina condenarlo o alabarlo. Jueces implacables sin arrepentimientos. Prisioneros de creencias. Ya esto de por sí es un atentado a una comprensión justa y creíble. Sólo destellos rendidos como respuestas a una adivinanza perpetua.

Cuando creemos descubrir algo nuevo, e imponemos su narrativa, también estamos descartando otros hallazgos. Discriminar lo sustancial de lo accesorio quizá sea el mayor reto teórico. Esa esencia de lo superior no abunda en las cotidianidades intelectuales y universitarias.

Desaprender debería ser el propedéutico de materias como Historia de Venezuela y sus temas cautivos y deformados. Ponerlo todo de cabeza e ir hilando un discurso alternativo de muchas voces y pocos juicios.

Pensar es más importante que saber. Por Qué el que piensa nunca da por sentado nada. La historia es el conocimiento más ideologizado que existe. Stalin, el criminal, es también el héroe que detuvo la invasión nazi en 1941 sobre toda Europa y sus periferias.

Truman, que dio la orden macabra de lanzar dos bombas atómicas sobre civiles desarmados en 1945, terminó siendo el artífice del triunfo estadounidense. ¿Nada que reprocharle como benefactor de la humanidad?

Los héroes son una invención historiográfica. El cine, la televisión y la literatura los ha embellecido a costa de negar la estirpe humana. Nuestros macheteros en la Independencia terminaron siendo esbeltos dragones forjando cargas de caballería impetuosas y gallardas.

El “Vuelvan Caras”, una anécdota de polvo y muerte, reconvertido en el símbolo fastuoso de la libertad. Una libertad etérea y esquinada en textos constitucionales de imposible cumplimiento.

Villanos y asesinos pueblan todos los panteones nacionales. También, los fantasmas. Y sus hazañas son una creación de la imaginación heroica promovida por los Estados. Descubrir la verdad es un acto supremo de rebeldía. Y esparcirla, la traición de los herejes. En estricto sentido: nunca accedemos a la verdad.

Interpretar el pasado es mucho más arte que ciencia. Y requiere prolífica cultura, e incluso, santidad. Confundimos la recopilación de datos con la historia. Y la Historia es un asunto de significados y percepciones.

Un error usual es asumir los esquemas mentales de la generación de la Independencia (1810-1830) con los nuestros en el presente. Para ellos, doscientos años atrás, la “libertad” básicamente fue despojar a los enemigos de clase: propiedades y riqueza. La toma del Poder.

Posteriormente, las razones jurídicas y filosóficas, un manjar intelectual exclusivo para una minoría ilustrada, justificaban la guerra civil y sus desmanes. Venezuela Heroica y el Gloria al Bravo Pueblo.  

En cambio, para nosotros, una ciudadanía lacerada, en la contemporaneidad sucia y achicada por la actual hegemonía; la libertad se reduce a la supervivencia social, económica y hasta psicológica. No así para la Nueva Clase.

El pasado es confusión cuando lo pensamos sin meternos en la piel de los difuntos. La compasión de hoy no es la misma de antes. Las sensibilidades van mutando y nuestro horizonte temporal en el presente es una muralla de acero.

El problema central de la hermenéutica histórica es atrapar un pasado que no se puede atrapar. El pasado de otros no es el mismo pasado de los que aún estamos vivos en el presente.  Razón por la cual el principal pecado de la disciplina sea el anacronismo.

La Guerra a Muerte de 1813, una osamenta a cielo abierto, dentro del actual horizonte de los Derechos Humanos y Sociales del siglo XXI, no podría ser justificado. Y mucho menos celebrado. Incluso, hubo actores de la época, que también reprobaron esa degollina muy patriótica.

Sin esa declaración de exterminio, las propiedades de los cadáveres no podían financiar la guerra. Además, el joven conquistador, tenía que hacer alardes de bravura en un medio salvaje de un único lenguaje: el cuchillo.

 “El mayor desafío de la historia es que el pasado ya no existe y las mentalidades han cambiado. Lo que hoy consideramos "justo" o "lógico", hace 500 años podría haber sido impensable”.

La hermenéutica procura ser un puente entre pasado y presente. Clave es el contexto: ¿Fue una Revolución bienhechora o más bien traidora de sus planes originales? ¿Eran tiempos de paz o de guerra? ¿Existió la bonanza o la carestía? “El contexto ilumina el texto”.

La intención del autor: su propósito; su religión y posición socio/económica; para quién trabajaba y si su intención era la veracidad o la mentira. De Heródoto, el padre de la Historia, se ha dicho que amaba los embustes.

Hans-Georg Gadamer (1900-2002) propone una fusión de horizontes a través de un diálogo entre el presente vivo y un pasado como texto para crear una nueva comprensión.

El trabajo hermenéutico requiere de sabiduría. Lo procedimental es burdo. La humildad del científico que entiende que nuestra visión del mundo no es la única posible. Que todo relato histórico es una media verdad; una muy imperfecta interpretación de hechos opacados por el salvífico olvido.

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