El maestro Prieto
Escrito por Ramón Guillermo Aveledo | @aveledounidad   
Miércoles, 05 de Febrero de 2025 00:00

altQué alegría es la entrada al Panteón Nacional del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa (La Asunción 1902-Caracas 1993) un venezolano fundamental.

En 1932 funda la Sociedad de Maestros de Primaria y en 1936 a Federación Venezolana de Maestros. Como ministro y legislador, impulsa legislación educativa. En la primera cualidad crea las escuelas técnicas industriales y concibe el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio. En la segunda, motoriza la creación del INCE, por décadas un verdadero modelo en la calidad y la contribución a la formación de los trabajadores para el desarrollo.

Prieto fue político de cultura y pensamiento. Desde premisas filosóficas diferentes, los humanistas cristianos no compartimos más de una de sus ideas, pero cómo negar la honda reflexión que las produjo ni la honesta firmeza con que las defendió. Eso, se admira.

Como Senador fue grande en el debate político y el trabajo legislativo. Notables sus contribuciones a esa constitución de 1961 que defendió con celo. Destaco las relativas a la autonomía de los estados, nacionalidad, educación, trabajo, FAN aunque advirtiera “no tengo muchas predilecciones castrenses”, el control parlamentario del presupuesto, la inmunidad parlamentaria, las atribuciones de la Corte Suprema y la suspensión de garantías constitucionales. En ese punto, cierra su intervención medulosa en defensa del artículo 244 del proyecto con una confianza de intención preceptiva, en que ejecutivo y legislativo “harán uso del poder con la prudencia indispensable para que la democracia sea el régimen eficaz para la vida institucional de Venezuela”.

¿Qué piensa Prieto de la política? En el primer editorial de Política, revista que dirige desde 1959, asienta que ésta “no es una ciencia infusa de la perfidia y la falacia sociales, sino ejercicio sincero de la actividad humana creadora y sincrética, tendiente a buscar el camino de la conciliación y el mayor grado de perfección en los sistemas que rigen la vida de la sociedad y de las relaciones internacionales.” Y que la “empecinada campaña” que asoció al político con la deshonestidad, desembocó en los fascismos y entre nosotros en “sanguinarias dictaduras militaristas”. Y en La Política y los hombres con el socialista francés León Blum, dice “…no es cierto que todo esté permitido en la lucha cívica, que todos los medios sean buenos y que el fin los justifique…”. Al político lo distingue radicalmente de los pseudopolíticos “categoría parasitaria de la organización del Estado, suerte de testaferros de la malhechuría, alcahuetes del deshonor de la República, hombres sin conciencia de responsabilidad de ciudadanos y sin honestidad personal ni responsabilidad pública.”

Dudo que hubieran leído esto los diputados que aprobaron la justa exaltación de Prieto al Panteón y si lo hacen ahora, ojalá les mueva a alguna reflexión. Es claro que la legislación aprobada y el control no ejercido, distan mucho del señero ejemplo de este ilustre antecesor. También que para lavar esas manos no basta el agua del río La Asunción, después de Camoruco llamado Caracas hasta desembocar en la laguna de Gasparico. Y no es porque sea escasa, es que no sería suficiente ni la de todo el Caribe Mar.

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