El Festival de Marsella o cuando la política lleva las cosas
Escrito por Edgar Rocca | @EdgarRocca   
Miércoles, 03 de Julio de 2024 00:00

altDel 25 al 30 de junio se celebró la edición 35° del Festival internacional de Cine de Marsella.

Una cita obligada para los amantes del cine de esa ciudad. Yo que ahora vivo cerca de donde sucede el festival, me postulé y fui acreditado. Una acreditación de prensa y otros festivales que me proporcionó acceso a todas las funciones y eventos. Me entusiasmó el orden del festival, la respuesta rápida en las comunicaciones y la diversidad de producciones de países latinoamericanos en las secciones oficiales del festival: Argentina, Chile, México, Colombia, Brasil, Perú y por supuesto Venezuela aparecían en el listado.

Mientras Cannes es todo Glamour y apariencia, Marsella es todo lo contrario. Es informal y sin poses. De entrada, me atrajo y me interesó conocerlo. Además, la proximidad, poder ir, regresar y dormir en casa es siempre un valor agregado. Por 3.5 Euros viajas una hora de Aix a Marsella. Si quieres ir más rápido, pagas 7 euros y estás en la estación principal de Marsella (Saint Charles) en 30 minutos. El primer día asistí a retirar la credencial y me acerqué al evento de apertura.

Marsella es una ciudad similar a Caracas con diversidad de personas y algo de caos en general. El centro de operaciones del Festival fue el complejo cultural Artplexe  el cual lo componen 7 salas, exposiciones permanentes y dos bares restaurantes, uno arriba y el otro abajo. Me recibieron y atendieron en español y además de mi credencial me regalaron un bolsito, la programación y el catálogo de los eventos y películas del Festival.

Al ir al lugar de apertura, dediqué 25 minutos caminando hasta llegar a Friche la Bella de Mai. Un lugar mágico y caótico al mismo tiempo. Un centro cultural alternativo que es autogestionado por un grupo de residentes-artistas-productores. En él confluye el arte, la política, la cultura y el deporte. En su terraza a cielo abierto se suponía que arrancaría la apertura a las 7:30 pm, pero se atrasó dos horas por la lluvia. Los invitados disfrutaron de la película Grand Tour del portugués Miguel Gomes la cuál participó en Cannes el mes pasado.

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El Festival notificó que a partir del día 2, los acreditados por Prensa y Festivales podíamos ver las películas online, haciendo del festival una programación híbrida entre las salas y la plataforma de Festival Scope que es la encargada de cargar las pelis. Eso me permitió seguir las películas desde casa y dedicarme al networking gracias al acceso a la base de datos de la industria que asiste al festival. El problema es que esta base de datos no se enfoca en lo industrial, en los negocios y acuerdos como pasa en Cannes. En este caso, los participantes son autores con películas de arthouse interesados en hablar de sus procesos, las próximas proyecciones y recorridos de sus obras por festivales.

Además, el Festival es un bastión y una ventana a la política en particular de izquierdas. En la inauguración socializaron un texto a favor de Palestina y del lado latinoamericano, destacó el momento argentino y el énfasis en contra de su actual presidente, igual pasó en Cannes pero con menos fervor.

Rápidamente entendí que no era el festival ideal para hacer conexiones y crear puentes para mis trabajos de un corte más convencional y comercial, así que me preparé para ver un grupo de películas latinoamericanas, sin mayor expectativa que disfrutar el hecho de ir al cine. Allí, incluí "Los capítulos perdidos" de Lorena Alvarado. Amable película que competía en la sección "First film" coincidí con su directora y su equipo en la proyección de otra película de la sección y hablamos un poco de los días en el festival, prometiéndoles ver la película en sala.

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Foto de Ana Drucker - de izquierda a derecha Edgar Rocca, Lorena Alvarado (directora) José Ostos (Productor) Natalia Medina Leiva (DP chilena que hizo la fotografia de la película venezolana Hambre) y
Armando Añez (diseño sonoro)

Al día siguiente, pude ver la película. Que trata de una chica que después de años en el extranjero, regresa a Caracas, donde encuentra a su abuela perdiendo la memoria y a su padre buscando libros raros venezolanos. Aquí la entrevista del Festival a su realizadora. Ya un día antes había encontrado un lugar en Marsella llamado Arepa club y me comí un par de empanadas con pollo y una malta. Entonces los momentos de Caracas que me regaló la película, los disfruté desde la distancia consciente de su lejanía. La avenida Libertador la cual transitaba a diario, la UCV dónde estudié 5 años, Chacaito dónde viví otros 6 años, el bulevar de sábana grande, el jardín botánico, el parque del este, el Ávila, Parque central, todo eso lo regala la película enmarcada en un poema visual.

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Al terminar la directora y su equipo atienden el Q&A en inglés para ese público francés. Las preguntas y sus respuestas me dejan satisfecho y me hacen empatizar con su proceso. La mezcla de sonido, la búsqueda de un lenguaje a través de la imagen, la naturalidad de los actores que se interpretan a sí mismos y que son familiares directos de la directora (hermana, padre, abuela). Su proceso de creación de una película sin pretensiones, íntima pero certera en su propósito de contar esa historia y no otra.

Lamentablemente, veo la película ya sabiendo el palmarés. El cual el Festival me lo comparte por la mañana por representar a un medio, pidiendo confidencialidad. Esto me daña el disfrute de las películas que veo ese día y de la propia gala final. Pero me quedé para tener toda la experiencia, a ver si pasaba algo distinto. 

En la Competencia internacional ganó Bluish de Lilith Kraxner y Milena Czernovsky (Austria), La Competencia francesa se la llevó Frieda Tv de Léa Lanoë y La sección de Operas primas se la llevo The Outlandish de Tahar Kessi (Argelia). Reciebieron menciones la argentina Tatiana Mazú González y la chilena Celeste Rojas Mugica. El palmarés completo acá: https://fidmarseille.org/festival/palmares-2024/

Hubo más consignas anti capitalismo y pro Palestina. Me impresionó el orden y la precisión de la ejecución de los organizadores del Festival, pues el acto de apertura se atrasó por el clima pero anunciaron con tiempo y reprogramaron con exactitud y todo fluyó perfecto hasta el acto de clausura que empezó y terminó con poco retraso. Le siguió el cóctel y una película de clausura a la que poca gente fue. Me fui de Marsella con la noticia de la victoria en primera vuelta de la derecha en Francia por casi 10 puntos porcentuales y aquel cierre se convirtió en una especie de reunión de análisis político con un vino en la mano. Francia y sus matices. 

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Fotografías: Hara Kaminara para el festival, Ana Drucker, Edgar Rocca.


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