La Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar triunfó en las capitales del Premio Nobel
Escrito por Redacción OyN   
Lunes, 14 de Junio de 2010 07:40

altComo en Oslo,  el público de  Estocolmo ovacionó al maestro José Antonio Abreu antes de que iniciara el concierto que culminó con largos minutos de aplausos y el deseo de escuchar más


El domingo 13 de junio, en el concierto que ofreció la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar en Estocolmo, Suecia, se repitió la escena vivida apenas un día antes en Oslo, Noruega. A casa llena, el público de las dos capitales del Premio Nobel se levantó de súbito, antes de que empezara el concierto, para aplaudir al maestro José Antonio Abreu. Las razones sobran: Suecia ha entregado dos de sus premios más importantes al maestro Abreu por la creación del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. La primera vez fue en 2001 con el Nobel Alternativo y la segunda ocasión fue el año pasado cuando recibió el Premio Polar.

La expectativa del último concierto de los venezolanos, dirigidos por Gustavo Dudamel, en Suecia era enorme. Las 1758 plazas disponibles en el Konserthus de Estocolmo se vendieron en su totalidad. “Nosotros estábamos ansiosos porque estuvieran aquí. Queríamos escuchar y ver esta orquesta desde hace mucho tiempo. Por fin es una realidad”, señaló Stephan Forsberg, director artístico del teatro, cuando presentó formalmente a los músicos ante la audiencia, que suscribió con aplausos.
Minutos más tarde, Gustavo Dudamel entró y el público confirmó lo que, en Gotemburgo, algunos habían advertido días atrás: el director venezolano es amado en toda Suecia y no sólo en Gotemburgo donde dirige como titular.

Cuando Dudamel tomó la batuta, sonaron las siete primeras notas interpretadas por un corno y desde ese momento Estocolmo fue por unos minutos suelo venezolano. La Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar interpretó Margariteña (Variaciones Sinfónica) del compositor venezolano Inocente Carreño, que celebró en diciembre 90 años de edad. La obra, inspirada en la canción Maragarita es una lágrima,  generosa en poesía, tradujo por instantes el oleaje del mar, los matices del crepúsculo oriental venezolano, que dejó en un estado casi meditativo al público sueco, que recibió la pieza entusiasmo, que aumentó con la interpretación de Danzas del Ballet Estancia del argentino Alberto Ginastera.

Luego del intermedio, Dudamel dirigió una de las obras  ícono de las vanguardias artísticas del siglo pasado: La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky, que no sólo logró que el público pidiera un bis y luego otro, sino que se quedara con el deseo de un tercero.

“Estos jóvenes están cambiando el panorama de la música clásica. El mundo tiene mucho que aprender de este sistema venezolano”, declaró el representante del Ministerio de Cultura de Suecia, Leif Pagrotsky.


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