En nuestra ingeniosa Venezuela prefieren el atajo de convertir en deidad al líder, sin necesidad de exprimirse la sesera ni verter una gota de sangre
"Hace algún tiempo que se constata el carácter religioso, místico, metafísico del socialismo"
José Carlos Mariátegui
Toda la dirección del PSUV se trasladó a la Catedral a escuchar el Tedeum En el epígrafe transcribo una cita antimarxista emanada del más célebre de los marxistas americanos, nada objetable por cierto de no ser porque fue considerado el más fiel de sus exponentes. Pero al colocar la religión en el lugar de la ciencia, Mariátegui asomaba una deriva espiritualista o utópica, a despecho de Marx y Engels. ¡El opio del pueblo del Manifiesto Comunista convertido en la fuerza motriz de la revolución! En Europa un extremista, George Sorel, predicó lo mismo que Mariátegui, acotando que el mito era más importante que las especulaciones teóricas: "Se puede hablar indefinidamente de revueltas sin provocar jamás ningún movimiento revolucionario, mientras no haya mitos aceptados por las masas".
Pero Sorel, el teórico de la violencia, y Mariátegui, el honrado comunista, no pudieron extraerle a la religión lo que esperaban.
Tampoco cristalizó la Teología de la Revolución, ni venció el valiente Camilo Torres, ni el sandinismo cuando aún contaba con Ernesto Cardenal. Se basaban en el Concilio Vaticano II, hasta que el papa Juan Pablo II se puso firme. Desde entonces, aquel garabato ideológico pasó a mejor vida.
¿Ciertamente había muerto? Feneció su armazón teórica, mas quedaron brasas en la ceniza. La Teología de la Revolución era una ingeniosa si bien agotada argumentación. Un fecundo intento de articular religión y lucha armada regándolo con el sacrificio de Torres, Manuel Pérez y no sé cuántos prelados más.
En nuestra ingeniosa Venezuela prefieren el atajo de convertir en deidad al líder, sin necesidad de exprimirse la sesera ni verter una gota de sangre. En la gestión de tres lustros pocas municiones quedan en la faltriquera; el país hierve de protestas como ningún otro en el Hemisferio y por muy elevados que sean los ingresos fiscales y de divisas los problemas se incrementan geométricamente.
¿Y ahora quién podría ayudarlos? Puesto que no hay un chapulín salvador, ni "ciencia" u obra material que valgan, los cortesanos del "culto a la personalidad" perdóneseme la expresión- se han dado a la revolucionaria tarea de convertir al presidente en un ícono religioso. Los dioses de la política no rinden cuentas.
Quienes crean que puedan fracasar se equivocan: al humilde animal humano no se le alcanzan las verdades insondables y a veces no manifiestas de los cielos.
Oscar Shemel funda la popularidad del presidente Chávez en la religión. En su criterio, aunque la obra del gobierno es mayoritariamente rechazada, un hombre ensalzado como Espíritu no sería afectado. El argumento es asaz discutible si nos atenemos alas tendencias históricas. A tenor de ellas hay un lento y sin embargo continuo desgaste del Presidente, al par que un crecimiento sostenido de la oposición. Pero no me ocuparé hoy de eso; creo preferible seguir con el mágico tema del socialismo percibido como religión; laica es cierto, pero religión al fin.
¿Y cómo se transmitirían las secretas potencialidades de las religiones al PSUV o al Gran Polo Patriótico? La respuesta quizá nos la pueda dar Ernest Renan, un famoso escritor bien alejado de las revoluciones. Sobrecogido por la terca disposición de los socialistas al sacrificio, destacó que "luego de cada experiencia fallida comienzan de nuevo. Jamás se les ocurre que la solución no existe y en ello reside su fuerza".
Son muchos los que han considerado degradantes estas manipulaciones, incompatibles con la misión educadora que se esperaría de una teoría revolucionaria. En 1979 escribí El socialismo no es una religión (Editorial Ateneo de Caracas). En ese ensayo me propuse demostrar que al marxismo-leninismo sólo le estaba quedando pervivir bajo la vestidura de una iglesia.
Pero ni Mariátegui, ni Sorel, ni Renán, ni humildemente quien esto escribe, podíamos imaginar entonces la falta de vuelo teórico y la precaria afición a los principios con los que se abordaría el matrimonio socialismo-religión en la versión quintarrepublicana. Lo primero fue plagar el lenguaje presidencial y de sus leales con ruegos a Dios y la Virgen. No contentos con eso, que tampoco tendría nada objetable, poblaron las iglesias con el fin de encomendar la salud del Presidente al manso Nazareno. Toda la dirección del PSUV se trasladó a la Catedral a escuchar el Tedeum. No faltó ninguno. Varios con las heridas todavía en el cuerpo. Con ellos iban las altas autoridades del gobierno, esas que no dialogan con traidores. Helos ahí, en el templo de Cristo.
Los revolucionarios hasta el fin, los cazadores de inconsecuencias, los cultores de la pureza del marxismo leninismo, de rodillas, con las manos entrelazadas y mirada de misericordia.
No creo que resulte. Si ayer, con fundamento ideológico importante, sacrificio físico de los líderes y figuras reverenciadas, la tentativa falló, ¿cómo podría semejante chapucería tener éxito? Tengo una buena opinión de no pocos de los antiguos revolucionarios que hoy siguen arando esos predios. No deseo que el presidente quede fuera de juego electoral, y con la experiencia de "todo lo vivido permíteme César Vallejo empozada en la mirada", sé que el diálogo prevalecerá. Si el candidato de la MUD vence en 2012 se abrirán a toda la comarca los espacios de la unidad.
Las primarias, los aspirantes, la MUD en la más impresionante fiesta electoral, lo garantizan con su ejemplo. TC
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