La doble contabilidad
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 05 de Septiembre de 2011 11:17

altAl igual que la mafia, la revolución bolivarista siempre lleva una doble contabilidad: una para la propaganda política y otra para la censura gubernativa. Empecemos con el trágico tema de la inseguridad. Según las autoridades oficiales, la delincuencia va palo abajo, sobre todo por los grandes éxitos de la Policía Nacional Bolivariana. La lucha contra el narcotráfico estaría yendo viento en popa y prácticamente somos un modelo mundial de eficiencia en materia de políticas contra el crimen y la inseguridad. Desde luego que ni El Aissami se cree esta pajería, pero al mismo tiempo se hacen los locos con las verdaderas cuentas.

Cerca de 18 mil homicidios en el 2010 y una estimación de 19 mil para el presente año. Un aumento de 400% en el número de muertes violentas durante el siglo XXI. Una explosión de la violencia delictiva, del narcotráfico y de los secuestros, que han convertido a Venezuela en una de las naciones más violentas de América Latina, y más allá. Pero de todo esto, ni pío en las peroratas oficiales, comenzando por las del señor Chávez.

¿Y en cuánto a la economía? Pues tenemos a Giordani dedicado a fabricar una virtualidad estadística, en la que el tamaño del PIB se duplica, el monto de la deuda se disimula, las tasas de inflación y desempleo se manipulan, los niveles de pobreza se maquillan, y todo ello en medio de una verborrea laudatoria de los "históricos logros" de la revolución. Y bueno, la realidad indica que si no fuera por el petróleo en 100 dólares, ya la Venezuela roja sería una catástrofe humanitaria... y no estamos lejos.

Según la contabilidad de los medios oficialistas, la salud y la educación de la "revolución" son maravillas planetarias. No importa que la red hospitalaria venezolana esté en el subsuelo o que todas las endemias otrora superadas, hayan surgido con ímpetu revolucionario. Ni siquiera interesa que desde el ministerio de Ecuación se cuelen datos y cifras que desmientan abiertamente la publicidad ministerial. Cual delincuencia organizada, las cuentas que valen son las ungidas y punto final.


Así pasa con la producción de petróleo, con las reservas internacionales, con la construcción de vivienda, con la situación de las empresas estatizadas, con el sector eléctrico, con el estado de la infraestructura, en suma con todo lo asociado al desempeño gubernativo. De un lado, una data y unos cálculos que dibujan un panorama fantástico, y del otro la verdad de los hechos, así sea aproximada, que se la trata de mantener en la bóveda de la censura y el disimulo.

¿Y qué pasa con las cuentas electorales? Después de todo, sería absurdo considerar que lo único que el oficialismo deja de falsear sea la contabilidad comicial. En este campo, con más razón, todas las prevenciones posibles son indispensables. Las satrapías siempre se empeñan en ocultar la veracidad de la información, para así poder mercadear la versión oficial... Su naturaleza mafiosa lo impone, y el caso venezolano no es la excepción.

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