Retomar a Rómulo Betancourt
Escrito por Sebastián de la Nuez   
Viernes, 02 de Septiembre de 2011 07:24

altHay algo que no tiene el chavismo: ideas; a cambio, tiene real y asesoramiento profesional para manipular Esta es la oportunidad para retomar el valor de las ideas políticas, y de rescatar lo bueno de la Cuarta


El país democrático debe hacer política, poner a circular ideas, generar discusión. Eso anima la confianza. El proselitismo vacío es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Cómo retomar, luego de tanto tiempo aletargada, la ilusión por la sana confrontación de las ideas sobre la mejor manera de gobernar? Para animar este camino uno debe revisar la historia no tan lejana del país.

A.D. era un semanario del partido Acción Democrática que estuve revisando en su segunda etapa (19581966) para un trabajo en desarrollo. Tremendo medio proselitista, inteligentemente escrito. Sus antecedentes directos son El País (fue el primer periódico adeco) y Resistencia. En Venezuela, en una época, hubo varios periódicos partidistas. ¿Sus muertes fueron naturales o languidecieron de inoperancia? Es importante saberlo pues Simón Alberto Consalvi liga la desaparición de la prensa partidista a la de los grandes partidos venezolanos (o al menos a su declive). Octavio Lepage dice por su parte, palabras, palabras menos, que el pragmatismo se lo llevó todo por delante.

Detrás de aquel empuje estuvo Rómulo Betancourt, plena conciencia de la importancia del periodismo como herramienta para influir en la opinión pública.

Quizás haya debido tal conciencia a la tradición de los partidos comunistas para los cuales la propagación de sus ideas, conquistas y debates ha sido una máxima: probablemente Betancourt leyó desde muy temprano a Lenin en su obra Qué hacer, donde dedica un capítulo al plan para un periódico político central destinado a cubrir toda Rusia, y esto fue tan temprano como 1902.

Lo deja bien claro la historiadora Mirela Quero de Trinca en el estudio preliminar de la Antología Política de RB: el nativo de Guatire fue "un impulsor y vehemente defensor de la prensa partidista, que además de servir de vehículo orientador de la militancia y difusor de la doctrina del partido, era un medio eficaz para la propaganda agitativa y para la comunicación entre los militantes". Lo de agitativa es término usado por el propio caudillo. En su memorándum sobre la situación política, sumamente deprimente para las tesis democráticas en ese momento, septiembre de 1955, Betancourt dedica un punto al papel de la propaganda ligado al de la prensa. Habla allí de tirajes especiales de Venezuela Democrática e Informaciones venezola- nas, así como de realizar el "viejo proyecto" de editar Resistencia en el exterior y hacer que las ediciones entren clandestinamente al territorio.

Mucho antes, en 1931, en carta dirigida a Valmore Rodríguez desde el exilio, hace hincapié en la necesidad de la creación de un periódico. Dice que le ha escrito a Josefina Juliac para que asegure al menos 20 dólares para financiar la edición de mil ejemplares.

No habla de línea editorial, sino política: «La línea política del periódico la ajustaremos a nuestro Plan, definiéndonos de una vez, francamente y para siempre, anticaudillistas, antiimperialistas, hombres adscritos a una ideología con una fe y una filiación que defender». Finaliza con una afirmación que envuelve el cometido del periódico planeado y revela su confianza en el poder del medio escrito: «Esta tarea de despertar conciencias dentro de Venezuela es urgente. Si no, mañana llegaremos a luchar allá sin que una estaca siquiera se haya afianzado en la masa».

Curucuteando en su biblioteca (o lo que quedó de ella) en la quinta Pacairigua encontré un ejemplar de Comunicación y cultura de masas, del venezolano Antonio Pasquali, texto emblemático sobre el poder de los mass media.

El ejemplar de Betancourt fue editado en 1963 por la Universidad Central de Venezuela y se halla dedicado por el propio autor.

Creo que hay que retomar ciertos hilos del gran piache de la pipa. Creo que los precandidatos de la oposición deben analizarlo y ver sus cualidades y defectos. Deberían discutir en torno a su figura en debates televisados. Hablar de Betancourt es hablar de democracia. El pasado es rico en matices y la gente más joven debe aprender a apreciar sus valores. Si no, será pasto de la manipulación.

Pero eso de los debates quedará para otra columna.


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