El Big Rip de una hegemonía
Escrito por Simón García   
Jueves, 18 de Agosto de 2011 04:15

altEl  chavismo se ha instalado como una cultura elaborada y transmitida desde el Estado. Es reproducido mediante la adopción de un esquema de representaciones simbólicas,

sistema de valores, lenguaje, patrones de conducta y un repertorio afectivo con presencia reiterada de emociones negativas.

Se alínea con la ideología oficial que eleva a quienes la vivencian al cumplimiento de una misión histórica-social, les proporciona una identidad colectiva y les propone luchar por un cambio de sociedad.

Su prédica política es contraria a la democracia, aunque oculta esta radical hostilidad difundiendo una versión participativa que no aplican.

Afirman una relación vertical con un líder único que concentra el poder de prácticamente todo el Estado y que aspira perpetuarse como Presidente, afortunadamente midiéndose todavía en elecciones, aunque en condiciones hiperventajosas, con candidatos alternativos, Entre sus principales objetivos están los de liquidar la pluralidad y la propiedad, porque su prototipo es incompatible con ellas.

Requiere subordinación a un pensamiento único y un régimen donde el Estado ejerza el monopolio de la propiedad.

Este tipo de exigencias y otras aboliciones anacrónicas hacen inviable el modelo.

Posee una visión militar de la política, sin espacios para el diálogo o la igualdad de derechos y donde todo opositor es un enemigo que debe ser borrado de la escena. Su naturaleza es marcadamente autoritaria y supone anular la independencia de pensamiento, como se demuestra cada vez que la ausencia del Presidente paraliza a la legión de segundos en todas las instancias del gobierno, del partido y las F.A. En esos momentos, como diría nuestro filósofo Manolo Reverón, el equipo de las rojas se queda mirándose las criollas como en juego de bolas sin mingo.

Esa cultura, que aspiraba a un ciclo largo de hegemonía sostenido en más bienestar y libertad, ha entrado en su zona de crisis en varios órdenes: seguridad personal, costo de la vida, servicio eléctrico, vivienda, eficiencia o capacidad para satisfacer sus propias promesas. Son apenas algunas de las grietas de una falla estructural difícil de compensar sólo con jugadas zurdas y anuncios populistas.

El ejercicio del poder ya no está generando expansión sino astillándose. Se mueve pendularmente hacia su Big Rip: pisoteando las esperanzas de sus orígenes y realizando exponencialmente los males que combatía. Su universo está cruzado transversalmente por una tensión entre ideales e intereses particulares, entre la justificación en las convicciones y el pantano de los aprovechamientos.

Hay gente decente, de ideales y con méritos en el PSUV; pero en su cúpula están ganando posiciones las fuerzas oscuras, casi todas asociadas a la corrupción o a concepciones regresivas del cambio social. Dos agujeros de fuga de hegemonía que presagian el naufragio. Y no son los únicos.

@garciasim

TC


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