Independencia y educación
Escrito por Luis Ugalde   
Jueves, 30 de Junio de 2011 06:52

altEsta semana celebramos los 200 años de nuestra Independencia y lloramos los 199 años de la pérdida del castillo de Puerto Cabello y de la Primera República: fracasaron las milicias improvisadas, sin preparación ni disciplina, pero, más que en las batallas, la república se perdió por la ineptitud, mezquindades, divisiones y zancadillas entre sus dirigentes, y por encima de todo porque la mayoría tenía ideas, sentimientos y afectos favorables a Fernando VII.

Es lamentable que la celebración del bicentenario de la república se limite a un desfile militar.

Gran oportunidad perdida para una reflexión educativa sobre el significado moral, jurídico y religioso del Acta de la Independencia y sobre la necesidad de transformar las ideas y educación de la población e incluir sus aspiraciones sociales en la república. Los cañones a la larga son inútiles frente a las ideas y necesidades.

El Acta de la Independencia es una argumentación civil para defender ante el mundo el derecho de ser pueblo soberano entre otras naciones soberanas y darse un gobierno propio. No se alega la fuerza de las armas, sino la fortaleza de la razón y del derecho natural, puestos por Dios en la condición humana. Derecho que incluye la potestad de rebelarse cuando los gobernantes (en este caso el Gobierno de España) se convierten en déspotas y tiranos.

Pero éstas eran ideas de una minoría privilegiada y las encuestas en 1812 favorecían al rey. Si hubiese habido encuestadores, 80% de los nativos hubiera respondido que prefería al inepto Fernando VII. La adoración del rey, a quien falsamente creían puesto por Dios, era el escollo más grande, que no se podría vencer sólo con las armas, sino con la educación civil, religiosa y ética.

El autor del Acta de la Independencia, Juan Germán Roscio, sabía que había que combatir las falsas ideas y la manipulación político-religiosa, y desde 1811 se dedicó a "desengañar" a la población de la idea de que ir contra el rey era ir contra Dios. Luego, en la cárcel española de Ceuta, escribió El triunfo de la libertad sobre el despotismo, para demostrar que Dios quiere la libertad de los pueblos y no su opresión: "Importa mucho fomentar el desengaño, porque sin más armas que las de la opinión podemos echar de nuestra tierra al enemigo, haciendo de auxiliar la fuerza armada", escribe Roscio a Santander en 1820. Confiesa que a ello se dedicó desde los albores de la república: "Y todavía me atrevo a decir que he sido solo en esta empresa, cuya importancia ha sido mejor conocida por los enemigos que por nosotros mismos".

El Libertador con ímpetu juvenil pensó inicialmente que las armas y la "guerra a muerte" bastaban para acabar con el enemigo, pero sufrió una espantosa derrota a manos de venezolanos de sentimientos realistas y de revancha social, manipulados por Boves.

Bolívar en su trágico Manifiesto de Carúpano (septiembre, 1814) dice: "Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación. Se ha desplomado el edificio de nuestra gloria estando la masa de los pueblos descarriada por el fanatismo religioso, y seducida por el incentivo de la anarquía devoradora".

En el año 1814 ­el más espantoso de toda nuestra historia republicana­ muere la Segunda República, que con la campaña admirable, la "guerra a muerte" y la proclamación del Libertador parecía triunfar sólo con las armas. Faltaron en la población las nuevas ideas político-religiosas y la esperanza de cambio social.

La Independencia y los graves traspiés de la Primera y la Segunda repúblicas enseñan que son claves la educación e ideas de la mayoría, no dispuesta a dar la vida para que continúen los privilegios de una minoría que los excluye. Educación e inclusión son grandes ausencias de las dos repúblicas trágicamente derrotadas por la propia población venezolana, fácilmente manipulada por los realistas. Sin educación y sin inclusión sociopolítica no hay república, sino imposición excluyente, con rey o con caudillos. El bicentenario es para repudiar 150 años de rey-caudillos y afirmar la educación y la inclusión ayer y hoy: no a las armas, no a los caudillos y no a los privilegios que excluyen. Sí a la república.

EN


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com