La transición y la disidencia
Escrito por Pedro Luis Echeverría   
Miércoles, 29 de Junio de 2011 07:27

altCon creciente preocupación constatamos que las discusiones en el seno de las organizaciones opositoras no están en sintonía con las expectativas y temores

de un importante y numeroso segmento de la población venezolana que percibe que la secreta enfermedad, real o supuesta, de Chávez tiene graves connotaciones y abre un serie de interrogantes y diversos escenarios sobre la suerte inmediata del país. Ellas por de pronto, sólo discuten sobre el tema electoral de 2012 y no se elaboran directrices concretas para el común de la gente sobre las opciones de acción política que en forma inmediata tiene que asumir la oposición para evitar que las vicisitudes por las que atravesará el gobierno para ejercer el poder en lo adelante, no afecten la celebración de la elecciones generales para elegir a un nuevo Presidente. Hasta ahora no se conoce que hayan establecido los probables escenarios frente a la posible falta temporal o absoluta del jefe del régimen.

Hay que tener muy claro varios aspectos: En primer término, la enorme responsabilidad que tienen las organizaciones políticas de reconectarse con una sociedad que perdió la fe en la capacidad conductora de ellas.

Segundo, que sin una adecuada concertación con la sociedad civil en cuanto al proyecto nacional de rescate de Venezuela, las estrategias de acción, la plataforma electoral y la candidatura unitaria, no hay posibilidades reales de crear una mayoría decisiva, que incluya también a los disidentes no militantes y chavistas descontentos, sin cuyo decidido concurso y votos no sería posible derrotar política y electoralmente al chavismo con su líder o sin él.

Tercero, se debe entender que el país atraviesa por graves circunstancias y que es difícil prever con exactitud la evolución y el desenlace de las mismas; por tanto, la disposición al diálogo, el mantenimiento de la unidad y la visión democrática es fundamental para prevenir el caos y la violencia ante los desafíos que tenemos por delante.

Igualmente, con seriedad y responsabilidad hay que mantener y ganar espacios políticos para la oposición que rompan la hegemonía política chavista, obliguen a respetar la Constitución y las leyes y fortalezcan nuestras posibilidades electorales con miras a las elecciones presidenciales venideras.

Cuarto, el país debe conocer cabalmente la debilidad, por no decir la inexistencia, de la fuerza institucional del Estado para conducir y garantizar un ordenado y pacifico proceso de relevo del Presidente. Nuestra plena participación es lo único que podría evitar la anarquía y la aparición de apetitos voraces que procedan a enturbiar una eventual sucesión de poder y atentar contra la democracia y contra la posibilidad real de la oposición de hacer que los destinos de Venezuela sean conducidos por otras manos. La participación es el mejor antídoto para controlar los efectos negativos de las argucias y trampas que pudieran desarrollar los aventureros que nunca faltan en estas circunstancias.

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TC


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