¿Y la Mesa Unitaria?
Escrito por Luis Barragán   
Jueves, 30 de Julio de 2009 07:54

altLa unidad es una necesidad y aspiración de las fuerzas opositoras, aunque guarda reminiscencias con el viejo ideario venezolano de la compactación rígida, monolítica, sin diferencias. Esta subyace en todo esfuerzo, quizá una herencia del siglo XIX, en la que no se entiende muy bien el concurso, la edificación y la negociación de los consensos políticos.
Observación acaso innecesaria aparte, los partidos democráticos de la oposición concibieron y anunciaron la Mesa de la Unidad, pero esta tarda en arrojar resultados. Y no se trata simplemente de la celebración conjunta de las ruedas de prensa, sino de complementarse, amalgamarse o coincidir en una estrategia común que obliga a la conformación de un bloque, una alianza o un partido de partidos por fuerza de las difíciles circunstancias actuales.

Entendemos que los gobernadores y alcaldes tienen una responsabilidad de orientación, de conducción o liderazgo que los voceros partidistas no pueden igualar o superar. Absolutamente comprensible, ocupan la primera línea de confrontación ante el poder central. Sin embargo, hay roles, iniciativas o tareas que la dirigencia partidista debe cumplir.

Una faceta reside en la urgentísima labor de carpintería política que ha de llegar a las instancias más elementales de la movilización ciudadana, dándole organicidad real a la Mesa. Sabemos que se trata de un aspecto más difícil, como es el de llegar a todos los rincones del país, sistematizando el trabajo, discutiendo y ofreciendo líneas políticas coherentes y sobrias, buscando y compartiendo los recursos que no se tienen, suscitando el trabajo voluntario que permita descubrir y constantemente renovar el liderazgo natural, captando y motivando a los cuadros técnicos, lidiando – incluso – con las necesidades más angustiosamente personales de los activistas. Acotemos, estas atenciones y actividades son las que no se pueden hacer desde Caracas e impiden que definitivamente una planta televisora se convierta en un partido político, por ejemplo.

Nada de extraordinario o anormal tiene que hagamos tan público comentario, pues la tendencia a la retórica, a la dispersión y al vano protagonismos son conocidos enemigos de la unidad que ha de ser eficaz. Seamos optimistas, pues, así como antes el liderazgo fue fruto de un intenso, sacrificado y hasta incomprendido trabajo por todo el país, aunque no hubiese garantía de éxito, el de ahora tiene que recorrer un semejante camino.


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