La Organización de Estados Americanos tiene que promover el diálogo en Venezuela, tal como lo está promoviendo en Honduras, para resolver el problema de las violaciones a sus instituciones. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza sabe perfectamente bien que no le mentimos en nuestra reciente reunión, cuando le manifestamos que la Carta Democrática Interamericana está siendo violada

en Venezuela en su artículo 3 el cual establece que son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.

En nuestra reunión, a Insulza le nombré preso por preso, los comisarios Simonovis, Forero y Vivas, los funcionarios policiales que están presos, los empresarios presos, los venezolanos que están exiliados. Le leí a Insulza ese artículo donde se indica que es también elemento esencial de la democracia, el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho. Nosotros accedimos al Poder Municipal, al Poder Regional. Fuimos elegidos con votos, y el Gobierno ha producido un auténtico desconocimiento de la voluntad popular. A los gobernadores y alcaldes nos arrebatan las funciones.

Grupos oficialistas han impedido al gobernador del Táchira acceder al palacio de gobierno donde debe despachar, porque esta sede fue invadida ante la impunidad de las autoridades, al igual que ocurrió con la sede de la Alcaldía Metropolitana.

Al señor Insulza le dijimos que no se permite el funcionamiento de las instituciones, cuando al gobernador del estado Miranda le arrebatan la administración de los ambulatorios. Y sí hablamos de Curiepe en la OEA, porque ese pueblo mirandino fue atropellado, y nosotros nos convertimos en los tambores de Curiepe y de Caucagua, y le explicamos que no es deseable que lo ocurrido allí se repita en otras regiones del país, porque nosotros no queremos violencia.

No nos regresamos embuchados de la OEA. No se nos quedó nada entre pecho y espalda. Al señor Insulza le dijimos todo lo que teníamos que decirle. Allá él con su responsabilidad y con lo que pueda ocurrir aquí en Venezuela. El señor Insulza tiene que escoger —porque es legítimo que él aspire la reelección como secretario general de la OEA— entre cuidar el cargo o cuidar las democracias.

También les dijimos a embajadores de varios países que nosotros queremos solidaridad oportuna. Que no nos estén llamando por teléfono después que aquí ocurra una tragedia. Aquí queremos esa misma solidaridad oportuna que ha tenido Venezuela con los pueblos latinoamericanos que han sido víctimas de atropellos, los cuales están relacionados con el desconocimiento de la soberanía popular.

Exhorto al pueblo a que deje de lado la resignación y se coloque al lado del activismo, un activismo que tiene que ver con la defensa de nuestra educación. No podemos seguir buscando responsables en cabeza ajena.

Los responsables de los hijos son los propios padres, para que los muchachos mañana no sean víctimas en una escuela trastocada en laboratorio donde fueron sometidos a un lavado cerebral, y que esos muchachos comiencen a odiar a su familia, en vez de aprender nociones de Historia de Venezuela, a elaborar operaciones aritméticas, a imaginarse una Venezuela próspera, pujante, que es la que todos estamos deseando. Y esto no es especulación, porque aquí están a punto de imponernos una nueva Ley de Educación que nada tiene que ver con la naturaleza democrática del pueblo venezolano. Aquí están a punto de llevarse por delante a decenas de emisoras de radio. Aquí hay mucha gente con miedo a que no les den la licencia, o los dólares de Cadivi, porque esos también son los mecanismos de presión que utiliza el actual gobierno. Es natural tener miedo, pero hay un miedo superior que es el miedo a vivir con miedo toda la vida. Se trata de una verdadera tragedia para un ser humano: el miedo de perder definitivamente la democracia, y esa es una situación que no debe imponerse.