Paradojas decembrinas
Escrito por Ramón Guillermo Aveledo | @aveledounidad   
Miércoles, 10 de Diciembre de 2025 02:33

altEste año de los dos primeros santos venezolanos, cierra con una paradoja.

José Gregorio y Madre Carmen son símbolos de caridad y su canonización motivo de encuentro, sin embargo, se avecina la Navidad y sobre nosotros un nubarrón de tensa incertidumbre. El fuego cruzado de la propaganda de guerra. Preocupa que se juegue con candela. Inevitable recordar a mi amigo Toño Adrián: “Loco no tiene hora fija”. Cualquier cosa puede pasar.

¿Cómo estará la cosa que cuando el Papa habló en favor de la paz y el diálogo le dijeron hasta alacrán? Simplemente nos pidió a todos nosotros, no a unos de nosotros, lo mismo que pide a todo el mundo. Y es que no es cosa ligera la guerra, nunca se sabe cuándo ni cómo terminará. Está en la historia.

La prioridad del Presidente norteamericano es interna: inmigración, delincuencia a los que se funde y confunde. Su tratamiento del tema venezolano pasa por esas claves, por eso eliminó el TPS. La racionalidad de esa línea es discutible pero no que es un notable comunicador. Y los que mandan aquí, propagandistas genéticos desde su difunto causante, tienen motivo sabroso para la propaganda con temas que unen a los suyos, les permiten identificarse con la patria y acentuar la represión.

Amenazas desde afuera, amenazas adentro, sin descartar renovaciones de pagarés vencidos. Los venezolanos atrapados entre el indefendible y lo indefendible. Contrarios y complementarios resultan ser mutuamente estos actores. En nuestra crisis la política internacional tiene que ver, pero no es lo central. Hay que defender el Derecho Internacional Público, pero ante todo cumplir nuestro derecho interno enmarcado en la Constitución que pauta derechos y garantías que incluyen el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Entre tanto, porque la vida real no es la propaganda, los problemas de los venezolanos que son muy verdaderos, no forman parte de la discusión. Enfrentarlos requiere una institucionalidad sólida y confiable, ocupada de hacer su trabajo. Gobierno que gobierne, Asamblea que legisle y controle, poder judicial que haga justicia; fiscalía, contraloría y defensoría que cumplan con su deber, poder electoral imparcial y eficiente. Todo al servicio de todos, según una Constitución que se cumple.

Con todo eso no será fácil, pero sin eso es sencillamente imposible. Y ¿cómo hacemos entonces? La única solución está en que la política haga su parte que es encontrar modos de solución. Así tendrá que ser, tarde o temprano, antes o después. Quiera Dios que antes. Por lo pronto, los actores por ahora determinantes: los que mandan aquí, el gobierno de Washington y María Corina Machado, expresión de la mayoría descontenta, están convencidos de lo contrario. Para quien escribe, esa no es una buena noticia.

La verdad, se necesita coraje para atreverse sinceramente, sin trucos, porque implica costos para todos y vencer desconfianzas largamente construidas, pero precisamente cuando es difícil e incluso parece imposible, posibilitar lo necesario es la responsabilidad del liderazgo. Y allí otra paradoja, en la apoteosis de las antipolíticas, sólo la buena política puede ofrecernos el camino.

Me despido hasta enero, deseándonos lo mejor en Navidad y para 2026.


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