Moralización y desmoralización
Escrito por Freddy Marcano | X: @freddyamarcano   
Martes, 11 de Febrero de 2025 00:00

altEs demasiado evidente que el gobierno tiene el control absoluto de los medios públicos de comunicación,

lo que influye, poderosamente, en la línea editorial de numerosos medios privados. Esto significa que el gobierno no solo controla los medios del Estado sino que también auspicia el manejo de la línea editorial de los otros por defecto. En términos de propaganda y publicidad tiene un ventajismo notable frente a los sectores de la oposición. No se necesita ser un consumado constitucionalista o politólogo para apreciar la confusión entre gobierno y Estado. Y tampoco, un talentoso y avispado estratega para saber que esa es la realidad y, por supuesto, para ella y no para otra debemos trabajar y responder.

De manera que reina una comprensible desmoralización en la ciudadanía, la que está plenamente consciente de los derechos y las garantías que se esfuerza, constitucionalmente, por reivindicar. Esto es comprensible porque fueron muchísimas e inmediatas las expectativas que resultaron frustradas y si esta situación no se entiende y asume, precisamente el análisis político tiene un mal punto de partida que explica los subsiguientes errores. Pero es a la vez incomprensible, ya que surge de la misma distorsión y deriva en dos pretensiones. La primera, que Dios nos protegerá y, la segunda, que el resto de los países del planeta (y otros del que sepamos en el vasto universo), deben liberarnos.

Ahora bien, el pueblo venezolano es, mayoritariamente, creyente, pero sabe muy bien el principio de "Ayúdate que Dios te ayudará", en lugar de sentarse a esperar que ocurra un milagro; y, al parecer, sin discutir el fracaso de algunos años anteriores, precisamente, durante el primer gobierno de Trump, lo que originó el  inmenso prestigio y el apoyo internacional del interinato; aquello que pareció súper fácil como el TIAR y la denominada responsabilidad de proteger, por ejemplo, como también de otras eventualidades donde no hemos evaluado los pro y los contra de esas decisiones.

Nadie está obligado a ser un historiador académicamente consumado, pero un dirigente político que no tenga idea de cómo se hizo este país, no considere las experiencias que hemos acumulado, no posea un sentido común histórico, y, por último, que sea un dirigente dedicado y, menos, político, no tendrá el éxito que necesitamos en este momento. En efecto, como puede leerse en el “Libro Negro de la Dictadura”, en el auge del terror perezjimenista, Leonardo Ruíz Pineda expresaba, entre otros, los objetivos estratégicos de la resistencia y la necesidad de reajustar internamente al partido (en este caso AD) para ampliar su influencia; y llamó a una diaria labor de proselitismo, frente al atoro de determinados sectores colmados de impaciencia. ¿Qué significó eso? Digamos apenas tres cositas: planteó una agenda concreta de trabajo, elevó la moral de la gente descontenta con la dictadura y aumentó la confianza de los cuadros políticos; agreguemos dos más, a pesar de las serias limitaciones para comunicarse con el resto de la oposición, pudo hacerlo en un tiempo en el que no había internet ni telefonía móvil celular y, que sepamos, nunca la Seguridad Nacional lo agarró o detuvo para soltarlo inmediatamente.

Venezuela vive momentos difíciles de mucha incertidumbre y desmoralización, donde más que nunca se necesita la orientación política para tomar el mejor camino para salir de este gran abismo en el que caímos. Quiero enfatizar, como ya lo he hecho durante algún tiempo, debe imperar la racionalidad sobre la emocionalidad, buscando las mejores estrategias que nos lleven a replantear la lucha política de la mano del sector verdaderamente opositor, rescatando lo que ha funcionado y desechando los errores, demostrando que somos la mayoría que queremos un cambio democrático para nuestro país. Cabeza fría aunque nuestro corazón arda.

IG,X: @freddyamarcano


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