De los codos de la historia
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 22 de Julio de 2024 00:00

altDías atrás, nos sorprendió una noticia que recorrió fulgurante el mundo digital perdiéndose pronto entre otras desgraciadamente banales.

Se dirá, propio del mundo civilizado, un considerable número de personas atacó a otras con pistolas literalmente de agua, con la idea de protestar por la afluencia masiva e invasiva de turistas connacionales y extranjeros,  en una ciudad de privilegiada ubicación como Barcelona, en España, mientras que los Sánchez- Puigdemont la permitan ibéricamente integrada. 

Es de suponer que una industria de éxitos tan envidiables, como la turística, reporta importantes problemas y hasta daños colaterales, y, de no manejarse quizá con una ingeniosa habilidad, afectará el curso regular de los días, generará artificios de identidad, comercializará absolutamente todos los detalles y la propia existencia de poblaciones que se harán irrespirables.  Quizá haya un índice de (in)tolerancia para actividades que se hacen inhumanas, radicalmente autómatas, aunque los forasteros recibidos sean de una intachable conducta, pero – pudiéndose extenderse más allá de la atractiva capital – es un absurdo que ella, hermosa puerta de entrada a las regiones más occidentales de Europa, sea sólo para los catalanes que morirían de una sobredosis colectiva de autarquía.  

Algo más simple, ahora, el asunto está en el elevadísimo costo del metro cuadrado en la ciudad que tan obviamente genera problemas de la vivienda residencial que también explica  que nuestros familiares y amigos venezolanos suelan vivir en los alrededores de la metrópoli y no exactamente en ella, como todos presumíamos. Relativamente plausible el modo pacífico de protestar de alrededor de tres mil personas a los comensales esparcidos por la gran urbe, aunque persista la agresión, más allá de ésta circunstancia, está el hecho de un irreprimible encarecimiento del costo de la vida que no permite ni permitirá,  habitar tan fácilmente esta urbe al igual que París, por ejemplo.  

Se dirá que, al menos, allá  tienen una poderosa industria turística que no se tenía, sencillamente, antes, y que viejas generaciones tuvieron que aguantar hambre en la guerra y en dictaduras tan feroces, como la de Franco, aunque hubiese sido peor – imagínense – bajo la bota estalinista que confiscó la causa republicana. Ya es frecuente la impresión de determinada e incomprensible disconformidad de los ibéricos que, por citar un caso, política y socio-económicamente, estuvieron muy detrás de nosotros en décadas anteriores,   creyendo absurdamente que toda la vida fueron y serán irreversiblemente prósperos y libres, o aparentemente tales. 

En efecto, como lo señaló el tan injustamente olvidado Juan Nuño, en un memorable texto de ocasión, la historia no es lineal e inexorablemente progresiva, porque tiene sus regresiones, codos o recovecos: siempre puede ocurrir lo peor. Para simplificar el planteamiento, los españoles de esta era deben  mirar con interés la historia venezolana que, por citar un caso, apenas veinticinco años atrás, fue una vanidosa potencia petrolera y el socialismo del siglo XXI incurrió en el insólito hecho de quebrarla y, sojuzgada, ha generado una diáspora gigantesca y  completamente inédita.

Fotografía tomada de X

alt


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com