El pasado es un prólogo
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 18 de Marzo de 2023 00:20

altEl pasado, como expresión del tiempo, ilustra lo acontecido.

Aun cuando la historia lo condensa en una selección de procesos o hechos cuya narrativa descansa sobre una lógica explicativa de la cual se vale para sustentar el valor de la libertad. Y de la política, para despertar conciencia ante la realidad. 

Es razón válida para pensar que “el pasado es un prólogo”, y que a decir del escritor inglés William Shakespeare, con ello buscaba que se comprendiera que en el pasado se pivota el futuro. Pero ahí está el problema que complica el presente. Sobre todo, cuando la intransigencia funciona como la terquedad que obstruye ideales. Destruye realidades y prostituye finalidades.

Por doquier pueden traslucirse vacilaciones de propuestas que ofrecen, escasamente, paliar situaciones. Principalmente de corte conflictivas. Apremiadas además, por la descomposición de valores sin medida de los efectos de cada vileza cometida. Ello es sin duda, una vil demostración del daño que induce la demagogia en el plano del tiempo y sus circunstancias. 

Justamente, en aras de revisar la desproporción de esos problemas en el terreno de las realidades, es lo que lleva a referir la voz convertida en palabra escrita de José Miguel Monagas. En 1963, bien advertía el problema universitario que para entonces desvirtuaba el ideario universitario. Cuestionaba que alrededor del ámbito académico, se ceñían intenciones que sólo representaban confusas pasiones que (al igual que hoy) modelaban ataduras y grilletes que maltrataban lo que la ley de universidades sancionada el 5 de diciembre de 1958, dictaminaba en reparo de los problemas que mayormente afectaban su funcionamiento años atrás. 

De cara a la crisis que sobrellevaba la universidad, entrada la década de los sesenta, Monagas preguntaba: “¿por qué pensar que es un problema pedagógico con implicaciones políticas, o un problema político con implicaciones pedagógicas?”

 

La crisis universitaria es de otra índole

De hecho, afirmaba que “el problema universitario es pedagógico”. Eso lo justificaba al determinar tajantemente que “la pedagogía es esencialmente moral, no jurídica”.

Estas consideraciones, dan fuerza a la hipótesis que plantea la razón por la cual la universidad autónoma está desbalanceada en cuanto a su dinámica institucional. 

El concepto de educación hoy día, no luce alineado con la misión que la ley de universidades asigna  a la universidad y que expone en el tercer artículo. El mismo refiere que la función rectora converge en la educación, la cultura y la ciencia para lo cual la universidad debe supeditarse a formar los profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo y progreso, propósitos estos basados “(…) en la investigación y la enseñanza”.

Y aun cuando algunos pudieran alegar que las realidades le han dado vuelta a la historia para aducir que la actualidad ha puesto al descubierto nuevas variables que enrarecen la hipótesis arriba referida. Y hasta la enriquecen conceptualmente. Sin embargo, ahí está marcado el camino que conduce a superar el confinamiento al que ha sido sometida la educación universitaria con la excusa de afinar el concepto de “autonomía” que hoy tiene atosigado al régimen político. Razón por la cual, dicho régimen actúa desaforado y desatinadamente.

Liberarse del despotismo, no significa haber saldado la deuda que se tiene con la universidad autónoma. Es bastante posible que la universidad pueda seguir padeciendo de problemas que a juicio del Dr. Monagas, son entre otros, por causa de la impronta política mal sembrada al interior de la institución. O también, por procurar reivindicaciones sin el respaldo de un esquema metodológico que opere a instancia de la sensibilidad, la identidad y la motivación al logro de actores comprometidos a conciencia con la universidad y su tiempo. 

Son problemas que vienen arrastrándose. Pero a la vez, induciendo nuevos problemas. Incluso, más enmarañados. A decir de José Miguel Monagas, “es necesaria la autocrítica para indagar errores y evitarlos en el futuro (…)”.

Agrega que “mientras nuestros espíritus de docentes universitarios no reciban el aliento renovador de la Venezuela combativa que está más allá de los muros del recinto universitario, de sus aulas y laboratorios, la universidad autónoma podrá ponerse a funcionar. Pero su funcionamiento no será vigoroso ni perenne”.

Por eso infiere que “es necesario que amemos en plenitud a Venezuela conociéndola en su geografía humana, económica y física (…) en su grandiosa geografía espiritual y humana de hoy, de ayer y de siempre”.

Así opinaba José Miguel Monagas, a escasos años del inicio de la constreñida democracia que forzadamente nacía con la defenestración del dictador Marcos Pérez Jiménez. De ahí la razón del escritor francés, Anatole France, para señalar que “sólo con el pasado se forma el porvenir”. El pasado sirve de ancla del futuro. 

Por eso vale reflexionar el pretérito con base en sus acontecimientos. En ese sentido, al cumplirse 36 años de la partida de José Miguel, mi padre, su texto “Un enfoque del estado actual de la Universidad venezolana”, un compendio de sus escritos publicados en el diario LA REPÚBLICA, en febrero de 1963, son asidero para hacer ver de todos que, ciertamente, “el pasado en un prólogo”.


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