Yare y un desdichado documento
Escrito por Freddy Marcano | X: @freddyamarcano   
Viernes, 24 de Junio de 2022 00:00

altEl 24 de junio de 1992, los procesados militares de Yare, con Hugo Chávez y Francisco Arias Cárdenas a la cabeza,

publicaron un manifiesto sobre los más importantes problemas del país. La versión completa del documento ya no se encuentra con facilidad en las redes, como ocurría antes, lo que es un hecho, evidentemente, significativo.  Más de las veces no nos percatamos que el chavismo quedó atrás en esta otra etapa de un proceso que es, diametralmente, diferente a lo que tanto se pregonó en los años noventa, inclusive a las primeras elecciones que ganó el barinés.  Comenzando por las figuras protagónicas: ninguna de ellas ocupa el escenario estelar del poder. Uno por muerte natural, hasta donde se sabe. Y el otro, porque, desde el principio, nada pintó excepto que el de Sabaneta dejó que fuese gobernador del estado Zulia, pues le consideraba su aliado y no socio que, por cierto,  cumplió con el papel teatral de disputarle la presidencia a inicios del milenio.

El otro dato importante es que los golpistas del 4-F estuvieron presos con el esmerado respeto a sus derechos humanos y, aunque renuentes a los actos procesales, tuvieron a un juez natural, en contraste con los muchos que hoy no lo tienen. Estuvieron recluidos con un mínimo de comodidades y visitas regulares. Esto sorprenderá a mucha gente hoy día. Probablemente, haya una relación de esa visitas que sorprenderían porque implica incluso a dirigentes de los partidos del status quo de entonces que se hacían los gafos y le daban una vueltica al comandante. Algunos  de esos visitantes se atrevieron a apoyarlo en noviembre de 1998 y que sepamos, casi nadie consiguió nada de los alzados y, con el tiempo, algunos se volvieron opositores de fondo, o exiliados que, curiosamente, pueden entrar y salir de Venezuela por Maiquetía.

Los golpistas de Yare tuvieron tiempo de sobra para hacer lo que no pudieron antes: un documento explicando la versión del país, por supuesto, catastrófica cuando Carlos Andrés Pérez ya tenía controlada la inflación que comenzó a bajar de 100 puntos; esto podría considerarse un éxito total, pues hoy día ni el BCV publica las cifras.  PDVSA era la tercera transnacional petrolera más importante del mundo, la gasolina era accesible a todo el mundo (¿alguien puede decir que pasa ahora al respecto?) y el Estado estaba en trance de un redimensionamiento que le daba espacio al libre mercado (nada que ver con el súper-estatismo de estos días). El país avanzaba pujante hacia la descentralización (ya nos tiene ahogados el centralismo socialista del siglo XXI). Este desdichado grupo de filósofos políticos, numerosas veces, revisaron y discutieron el borrador del, hoy traspapelado, documento, por así llamarlo. Consultaban con gente de afuera y tenían acceso a los libros que requerían para afinar los detalles. Con motivo del nuevo aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército lo publicaron, o, mejor, lo mandaron a publicar por aire, mar y tierra. No faltaron medios de comunicación que apostaron por ellos: periódicos, emisoras de radio y televisión.

Nadie podría hacer algo semejante cuando se cumple el 30 aniversario de ese desdichado documento. Sobra decir las razones. Esto es suficiente para saber de las verdaderas intenciones de aquellos que lo suscribieron y, una vez en el poder, hundieron al país. Sin embargo, quiero agregar otro dato. El manifiesto de Yare era una retahíla de lugares comunes que deslumbró al país gracias a la propaganda golpista. Por eso, se ha olvidado como un documento pírrico que,  además, fue, simplemente, la revelación del fraude político que significó. Compárese con el documento de Barranquilla de los jóvenes que echaron las bases de un país democrático y que todavía es objeto de estudio. Paradójicamente, el Padre Arturo Sosa, simpatizante de Chávez, lo analizó a fondo.  El de Barranquilla se crece al lado de un documento de Yare suscrito por gente ya madura, nunca dedicada a la política que sabía más de disparar y mover un tanque de guerra que de parlamentar y recorrer al país.

En este documento resalta una parte de nuestro comportamiento como país: siempre buscamos el camino más corto y el que se escucha mejor, aunque casi siempre termine siendo el peor y el más destructivo. Posterior al golpe del 92, la gente comenzó con estas ideas de cambio, ideas que solo fueron una trampa orquestada, como excusa a su conducta traidora, por un grupo para llegar al poder y, desde su perspectiva, transformar a Venezuela: transformación que llegó de muy mala manera. 

Todos los que seguimos en este camino de la política, que tenemos memoria y estamos empeñados en que no muera, tenemos la convicción de haber aprendido la lección: No hay Mesías en este camino de reavivación democrática; no podemos dejarnos llevar por las ofertas de personajes barnizados con la luz deslumbrante y engañosa de un país paradisíaco que solo buscan hacer realidad su proyecto personal, sin fundamentos para la evolución real e integral del ciudadano. Mientras más pronto aprendamos que justicia, trabajo, inversión y creatividad son la respuesta, más pronto lograremos una Venezuela libre. Yare es y será, por siempre, un doloroso recuerdo  que nos permitirá impulsarnos a mejores días. 


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