Alcabala para diplomáticos
Escrito por Juan Pablo García | @JuanPabloGve   
Miércoles, 01 de Junio de 2022 05:01

altComo no hay libertad de expresión en Venezuela y apenas los portales noticiosos publican lo que pueden

(unos bloqueados y, otros, atacados constantemente por hackers), muchos hechos pasan por debajo de la mesa o se olvidan con demasiada rapidez.  Uno de ellos, de lo que más nunca se habló, fue la retención del embajador de Portugal en Venezuela, Carlos de Sousa Amaro, por varias horas, en una alcabala, a principios de año (https://twitter.com/RCR750/status/1481739265956536324). Eso ocurrió en el estado Guárico al alegar la Guardia Nacional que se requería de permiso para andar por esos lares.  Desde el mismo momento que leí la noticia, a miles de kilómetros de distancia de mi querida Venezuela, me alarmó por dos o tres razones: la una, que el embajador obviamente goza de inmunidad diplomática y no se le puede deportivamente detener, porque de toda la vida los funcionarios diplomáticos y consulares han recorrido el país donde cumplen su misión, también con fines recreativos. Lo segundo, es que fueron varias las horas de una retención que se convirtió en detención, aunque hubo tiempo suficiente para comunicarse con la cancillería venezolana y aclarar las cosas.  Y lo tercero es que ¿quién dijo que para entrar y salir de un estado se necesita de permiso y, esta vez, de quién? Una cosa es que cualquier sujeto que desea mudarse de una parroquia a otra, municipio a otro, estado a otra, necesite de un permiso para cargar los peroles por si acaso y muy otra de una autorización expresa, casi equivalente a un pasaporte, en un país de libre tránsito de acuerdo solo a la Constitución, porque en la práctica únicamente lo transitan como les da la gana a las mafias terroristas y tracaleras.

 Días atrás, por una fuente fidedigna, nos enteramos del disgusto del gobierno portugués que no trascendió a la prensa, aunque al fin y al cabo se sabe ese gobierno y sus funcionarios de qué naturaleza está hecho el régimen de Maduro. Un tal Plasencia o algo así que está al frente de la cancillería usurpadora de Venezuela, claro está, en nombre y representación de los hermanitos Rodríguez, cuya parcela política se ha ensanchado, aseguró que el coronel responsable ese día de esa alcabala de la Guardia Nacional que compite con la de la Policía Nacional, fue cambiado y castigado con un traslado al lejano sur. Sin embargo, la cosa fue mitad verdad y mitad mentira. El coronelito matraqueador que se rifó una tajada en divisas a sacar del bolsillo del embajador,  perdiendo, nominalmente fue trasladado hacia una carretera solitaria y peligrosa hacia el sur del estado Bolívar, pero en la práctica siguió ahí con el mismo mayor y demás oficiales que deben cumplir con el “canon de arrendamiento”. Es un negocio de los grupos guerrilleros y terroristas que vacunan y dejen repartir hasta que le llegue al comandante del Zodi su cuotica de reales de los cuales algo que no es poca cosa envía a Caracas.

Seguramente desaparecerán los trámites que se hicieron de los archivos de la Casa Amarilla y quién sabe si el coronel estampó algo en el  libro de novedades. Eso ha sucedido con demasiada frecuencia. Quizá deban nombrarse embajadores y cónsules para que los grupos guerrilleros puedan dejar hacer turismo a los funcionarios venidos de tan lejos.


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