A lo Britney Spears, usando siempre el escándalo como estrategia de visibilidad, intentando administrar el asombro en sus gobernados, la personificación del poder en Venezuela, un poder que se niega a morir, habla otra vez de guerra. Saltó en pocos días de los bombillos apagados y del cierre del grifo de agua a la preparación de una guerra con Colombia. Un gobierno que hace eso es porque necesita desesperadamente a toda costa que se le recuerde. Ya ni siquiera importa si el recuerdo viene acompañado de ideas felices o desastrosas, ya hasta se admite que se le recuerde con antipatía o con miedo, pero que se le recuerde.

Estoy en Barcelona, España. Al tomar un taxi en el aeropuerto, lo primero que escuché en una emisora de radio fue al conductor de un espacio haciendo un resumen de las noticias mundiales. Culminó diciendo: "Y el loco Chávez dice que hay que prepararse para la guerra".

Terminé de despertarme con esa idea que tenía que ver con este país tan complicado en el que vivimos. ¿Prepararnos para la guerra? No, qué va. Una guerra en Venezuela terminaría de disminuir su popularidad ya vencida.

Aquí es más de lo mismo, la necesidad de que un locutor de un país a miles de kilómetros de distancia lo nombre. Nunca la política venezolana se pareció más a Sábado Sensacional.

(*): Socióloga

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