Mucho se especula sobre la popularidad de Hugo Chávez. Sí tiene carisma, si es un gran comunicador o si sabe interpretar las aspiraciones populares. Partiendo del supuesto que su atracción pueda explicarse por la suma de los rasgos mencionados, nunca se ha mencionado que una razón principal de su liderazgo político está en el manejo incontrolado de su propia chequera.

Fidel Castro confesaba hace años, a un ministro venezolano de visita en la isla, que si Cuba hubiese tenido petróleo él habría conquistado el mundo. Quizás esta idea del longevo tirano pueda parecer exagerada, sin embargo es necesario recordar que Chávez gracias a la chequera se ha creado una cohorte de gobernantes latinoamericanos nada despreciable. Cualquier gobernante con una chequera abultada puede fácilmente comprar lealtades de sindicalistas, empresarios y votantes asegurándose en el tiempo su permanencia en el poder.

En el 2003 la oposición, para entonces mayoría, comenzó a planificar la revocatoria de Chávez, acción que de haberse logrado ese mismo año hubiese tenido el éxito asegurado. Sin embargo la convocatoria fue deliberadamente retrasada por las autoridades electorales con la finalidad de dar tiempo a que los recursos del estado trabajaran para el presidente revocable. Castro envió miles de médicos, educadores, entrenadores deportivos y trabajadores sociales para apoyar a Chávez y en escasos doce meses, la chequera logró el milagro de revertir las tendencias.

La convicción de Chávez en su chequera es tal, que cuando perdió el año pasado las principales gobernaciones del país y la alcaldía de Caracas, se ha dedicado, con subterfugios ilegales e inconstitucionales, a sustraer a gobernadores y alcaldes opositores recursos que les hubiese permitido contar con chequeras propias. La oposición sin chequera debe ingeniárselas para intentar atraer a los grupos que hoy ya han perdido la esperanza que antes tuvieron en el Presidente.

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