Para desgracia de todos, la incompetencia del Gobierno ha llegado a su máximo grado. El deterioro del país nos lleva a niveles de desastre nacional, y no por efecto de la naturaleza precisamente. La reducción del régimen al campo de lo político con sus peloteras antiimperiales, sus paranoias magnicidas y su actitud de exterminio a toda disidencia, lo ha incapacitado para atender la cotidianidad de los venezolanos y sus necesidades más urgentes. Con menos recursos y en menos tiempo otros países se han concentrado en lo esencial de las preocupaciones de sus ciudadanos y han logrado llevar la mayor suma de felicidad a sus pueblos; vieja frase que en labios de Chávez suena a farfolla. La implantación con intenciones políticas electorales de un sistema paralelo en salud, hoy conocido como nadie adentro por su rotundo fracaso, dejó en pleno abandono a nuestro tradicional servicio hospitalario devenido en parturientas carreteadas y ciudadanos que mueren por la imposibilidad de recursos para su cuidado.

Mientras las cabecitas del Gobierno se las ingeniaban para exportar dizque la revolución, con su respectivo financiamiento del oro negro, regado en buena parte del continente y en otros lares; aquí se dejó de invertir en la energía eléctrica y en el servicio del agua, por eso los apagones y los racionamientos propios del mar de la felicidad que nos promete el comandante.

Mientras el Presidente montó un plan para atornillarse en el poder, para asegurarse el mando, lo único seguro que tenemos los ciudadanos de este país es que vamos a ser víctimas del delito en cualquiera de sus expresiones. Sobre este dolor de cabeza ya el esclarecido dio la solución: la delincuencia se acabará cuando muera el capitalismo, ¡DIOOOS! No es de extrañar si las otras soluciones han sido baños de totuma y la no utilización de algunos bombillitos.

Lo que nos importa es la inflación, estúpidos; los apagones, estúpidos; la falta de agua, estúpidos; las viviendas, estúpidos; la salud, estúpidos; el desempleo, estúpidos; los derechos humanos, estúpidos. Lo que este país quiere es que no nos maten, lo que nos importa ¡es la vida, estúpidos!

(*): Trabajador social

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla