Por una mera coincidencia de ineficacia socialista, Don Kilovatio y doña Desidia se conquistaron mutuamente y con fervor se entregaron frenéticamente; tal como, exacerbados babalaos participando auspiciosamente en un rito de hechicería en Miraflores, para contrarrestar los efectos que hoy recrean la hastiada realidad de la crisis eléctrica, y así bajo las sombras escurridizas se satisfacen con egoísmo mezquino. Don Kilovatio no comprende a su azarosa compañera, ni la forma en que destruye a las empresas y hatos confiscados, bajo la fuerza oscura de torvos designios comunistas.

Sus ratos favoritos los pasan deambulando entre los apagones y las penumbras que propician, ante los cuales se embelezan y jamás piensan en lo que significa el bienestar de la colectividad. A Kilovatio se le ve vulnerable para resistir los mitigantes fogonazos de doña Desidia, cuyo apellido Lúgubre, le proporciona la anómala madurez para destruir sin resentir, es el reverencial homenaje a la desvencijada frase: ¡SLAVAKPSS! (¡Gloria al comunismo!), donde muestran un resentimiento indócil de superioridad, suficientemente real para creerse dueños del país.

Ahora, este inerte socialismo ha convertido en un mundo de sombras a todo el país, donde el cielo con cada atardecer parece desangrarse en miseria y terror que provocan los apagones, aunados a los nubarrones que como seres ingentes y deformes se despliegan con inexorabilidad, borrando las noches de Luna que iluminan los bordes de los cerros capitalinos, haciendo más impresionante sus terribles contornos de inseguridad; y lo que es peor, estos "socialistas" afirman que estos apagones eléctricos; son sólo una coyuntura pasajera provocada por el fenómeno de El Niño, es como creer que pueden apagar un incendio en el Ávila sólo con cubitos de Hielo.

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