68 años y aquí seguimos
Escrito por Iván Olaizola D´Alessandro   
Lunes, 21 de Septiembre de 2009 06:31

altPocos partidos políticos logran una longevidad tal como la de Acción Democrática. Sesenta y ocho años han pasado desde aquel 13 de septiembre de 1941, cuando en el Nuevo Circo de Caracas nacía el partido del pueblo.

"Hemos nacido para hacer historia", fueron las proféticas palabras del líder fundador de AD, Rómulo Betancourt, en esa noche a plaza llena. "Así fuimos creciendo, llenamos de fe las calles, las plazas y los caminos de Venezuela", diría el poeta Andrés Eloy Blanco. Durante estas casi 7 décadas Acción Democrática ha estado 28 años siendo gobierno, 3 de ellos entre formar parte de una Junta de Gobierno y el breve mandato del maestro Gallegos, y 5 períodos constitucionales. Diez años en la clandestinidad, haciendo resistencia a una dictadura militar; 19 años haciendo oposición democrática y ya casi 11 años resistiendo los ataques de otro militar autoritario. Al teniente coronel felón se le quedó frío el aceite en donde nos iba a freír. Seguimos vivitos y coleando, como dice el vulgo, por más que en esta celebración se nos haya impedido usar el Nuevo Circo para releer el discurso de don Rómulo. Miedo a las palabras, típico de los militares.

Nadie, por más antiadeco o mezquino que sea (excepción hecha de los "revolucionarios"), puede negar la obra tangible del partido en la vida nacional. La Venezuela moderna tiene la impronta de Acción Democrática. Su lucha logró pasar de una Venezuela de caudillos y montoneras, de odios y venganzas, de robo y despilfarro, de concesiones y represión, de hambre y miseria, de coloniaje y analfabetismo, y de vergüenza, a una Venezuela de dignidad y respeto, de campesinos con tierras y obreros con derechos, de escuelas, liceos y universidades; de medicaturas y hospitales, de agua potable y cloacas, de carreteras y vías de penetración, de electricidad y de instituciones democráticas y libertades ciudadanas, de honradez e idoneidad.

El paso de una Venezuela expectante y estática a la Venezuela actuante y dinámica. Y claro, de errores, de muchos errores y fracasos. Acción Democrática como institución, y sus hombres y mujeres como tales, no podían escapar de la ley natural de la falibilidad, pero cierto es que si nos detenemos serenamente a sacar el balance de lo actuado hasta hoy, concluiremos definitivamente en que el mismo es positivo y con creces. Pero bien, estas realizaciones son ya axiomas y la historia se encargará de aceptarlas como tales, la verdadera historia no la manda a escribir el militar, soldado de Fidel; lo importante ahora es el porvenir, y esa es la mayor preocupación de la gente de Acción Democrática.

Sesenta y ocho años de activa participación en la vida del país le otorgan a AD suficiente derecho y moral para continuar siendo factor importante de opinión, para seguir alzando su voz en contra de este desgobierno militarista, totalitario y comunista. La democracia que AD ayudó a construir está en grave riesgo, y eso la obliga a renovar sus luchas. Ya los tiempos de flagelación, de actos de contrición, quedaron atrás. La penitencia que el mismo pueblo nos impuso ya fue pagada. Ahora hay que retomar de nuevo, con más brío, las banderas de lucha contra el oprobio de este régimen que hunde al país en la más peligrosa situación. Y esa lucha tiene que ser en todos los frentes. La actual Constitución no sólo permite, sino que obliga a todos los venezolanos a defender el sistema democrático.

La lucha tiene que ser sin cuartel. Patria, Democracia y Vida debe ser la consigna. Sin miedo hay que darle un parado a la locura desatada por este régimen. A un lado deben ponerse los intereses particulares de la organización y los intereses personales de sus dirigentes. Aunque sea duro decirlo, a AD le duele, le debe doler más a que a nadie, el destino de nuestra democracia. Cualquier desprendimiento y sacrificio que se haga en beneficio de solventar esta dolorosa situación, por grande que sea, le será reconocido y recompensado con creces, por el pueblo, por ese mismo pueblo que siempre se identificó con sus postulados y que está ávido de una palabra orientadora, más allá del farisaico discurso del teniente coronel.

En los actos de celebración de estos 68 años nos pudimos dar cuenta de la presencia popular en los mismos. El partido sigue siendo el Partido del Pueblo y de pueblo. Y nos llenó de satisfacción el espíritu de unidad que se palpó en los mismos. La dirigencia de toda la oposición nos acompañó en esos actos. Y vimos a nuestros dirigentes en una gran camaradería, aglutinados alrededor de la conducción de nuestro Secretario General, el compañero Henry Ramos, el cual ha entendido perfectamente que la amplitud hacia adentro y la unidad hacia afuera son indispensables para dar al traste con este régimen totalitario, militar y comunista, y regresar a la democracia perdida. Seguros estamos de que en la celebración de los 70 años, en 2011, tendremos otro país.

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