El estado cuartel
Escrito por Santiago Quintero   
Viernes, 28 de Agosto de 2009 08:04

altEl Poder corrompido definitivamente, es un mal consejero. Y, además de mal consejero, es desleal. Las lealtades del Poder corrompido no nacen de la comunión de principios, no nacen del respeto y admiración mutua que existe entre los amigos. Nacen de los intereses de la "vanguardia" de producir negociados entre ellos generando marginalidad en la población, porque no hay indigencia más cruel que la que proviene de la expropiación del derecho, y en particular del derecho a la libertad. ¿Cómo es posible que una ley republicana le ordene a un ciudadano libre dejar de serlo, lo acuse de delincuente porque desnuda la realidad de un poder que extralimita sus funciones, que a punta de pistola viola todos los procedimientos para invertir la pirámide jerárquica de la Ley, aquella que sitúa a la Constitución por encima de cualquier otra y que obliga a todas las demás a ser coherentes con ella, so pena de absoluta nulidad?

Es decir que el Simón Bolívar periodista, que vive de su labor de comunicador social en Jamaica, tiene que morirse de hambre porque ya no se puede expresar públicamente. Es decir, que el Simón Rodríguez educador, también debe ir preso porque no tiene la libertad de cátedra para dar sus clases. Igual va a pasar con Juan Vicente González, preso otra vez, por irreverente con el Presidente. Igual con Andrés Bello, al expresarse a viva voz en un discurso en su Universidad, provocará la violación de la Autonomía de su Casa de Estudios. El delito de opinión será restaurado, porque para el Poder corrompido, la libertad de opinión es la adúltera a la cual hay que arrojarle piedras hasta desfigurarla, quitarle la lengua de la radio para que no se exprese, dejarla sin ver y escuchar la televisión que desee. Y nos preguntamos todos: ¿A qué se debió todo esto?

La explicación es sencilla. El Estado Cuartel. El Estado Cuartel, reprimido y confinado en sus instalaciones, salió del mismo para cuartelizar un buen día a todas las instituciones, porque dentro de los cuarteles, no es posible la democracia. ¿Entonces cómo le va a pedir la Democracia al Cuartel que la respete siendo gobierno si él no conoció ninguna? El no tiene experiencia, en absoluto, no tiene otro atributo que el voto de la obediencia al superior, dónde no hay otra ley que la voz del superior, el cual puede darse el lujo de considerar que el subalterno no tiene derechos humanos y que puede darle el castigo que le venga en gana, sin que nadie se lo reclame dentro del cuartel porque es tácito que el ejerce la libertad del abuso y de la represión.

¿Dónde está el error? Cuando un ciudadano no dirime su diferencia con otro ciudadano y no resuelve su controversia con él, entonces aparece el Cuartel. Al Cuartel le parece que el hecho cierto de que el Pueblo haya votado por él es suficiente razón para argumentar que el Pueblo quiere cuartelizarse y en consecuencia, comienza a establecer decretos por todas partes para convertir a la población en soldados. Ahora todos se llamarán no ciudadanos sino milicianos. Tropa pues. Lastre de gente para servir y no ser servidos. Esclavos de arbitrariedades. ¿Alguien en su sano juicio le puede pedir al Escorpión que no sea venenoso? Dejaría de tener la identidad que le caracteriza. El Escorpión no va a cambiar porque los románticos filósofos del Socialismo del Siglo XXI vean la soñada redención como un oasis ilusorio en medio del más absoluto desierto de ideas evolucionadas. Lo que verán es otra cosa. El socialismo militar del siglo XXI. Eso es: toda la sociedad es un cuartel, todos son obedientes, el derecho a disentir no existe, el Estado Militar tiene derecho a la libre represión, por eso la libertad de expresión, la esencia de la libertad, le huele al Escorpión como plaguicida, porque no dejaría que los escorpiones prosperasen. Por eso hay que aniquilarla. ¿Y de quién es la culpa? Sencillo: de la Ignorancia. Sólo la Ignorancia es capaz de elegir a la Ignorancia para que la gobierne. Lamentablemente lapidario, pero así es. Al final, los acólitos verán el veneno hasta en sus propios platos; se preguntarán, como aquellos soldados que murieron quemados por la arbitrariedad de su superior ¿Y qué hicimos nosotros para que nos pasara ésto? El Escorpión responderá: Sencillo, votaron por mí. Esa es mi naturaleza.

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(*): Académico


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