Kakistocracia |
Escrito por Arlán A. Narváez-Vaz R. |
Jueves, 27 de Agosto de 2009 06:30 |
![]() Image La mal llamada Ley Orgánica de Educación (LOE) ameritará muchas líneas y reflexiones en esta columna, particularmente por su insensatez respecto a las necesidades del futuro del país, por el terrible efecto que tendrá en la frustración de las esperanzas del pueblo en una vida mejor (y en la profundización de sus miserias) y por la grave amenaza que representa a las libertades e instituciones democráticas. Sin embargo, como nuestra kakistocracia (del griego: gobierno de los peores, con las peores ideas y políticas) es como los pollitos, que cada dos pasos van poniendo una pequeña plasta, hoy dedicaremos estas líneas a la que va, deliberadamente, demoliendo la base y capacidad productiva de la nación. Las recientes cifras del Banco Central de Venezuela sobre el desempeño de la economía en los primeros seis meses de este año confirman la presencia del temible monstruo de dos cabezas, la estanflación (estancamiento-recesión con inflación), inusual fenómeno que combina simultáneamente los peores males que puede sufrir un país: desempleo, escasez y deterioro de la capacidad adquisitiva, todos ellos con impacto más severo en la población de menores recursos. El mandante y sus oficiales no tienen la honestidad suficiente para reconocer que mintieron o que se equivocaron al afirmar aquello de que nuestra economía estaba “blindada” frente a la recesión internacional, afirmando incluso que lo seguiríamos estando aunque el precio del petróleo llegase a cero dólares, aunque tal vez estaban pensando en los tanques y tanto armamento que compran a Rusia, para dotar a los “Coroneles Benavides” de blindaje y material para reprimir la disidencia y la protesta; hoy ha cambiado ese argumento y se sustituye por el gastado discurso que endilga la culpa de todos nuestros males “al imperio”, en este caso a la “crisis capitalista”. La verdad verdadera es que la incompetencia y el desprecio por la actividad económica les ha llevado a cocinar una gran y laberíntica torta que destruye nuestra capacidad productiva y fomenta mayor parasitismo de la renta petrolera. Las decisiones intestinales del mandante están volviendo añicos todos los logros que, en materia de integración económica, estábamos cosechando tras la larga siembra de más de 30 años, muy particularmente con Colombia: hoy el almiar integracionista del teniente coronel puede exhibir como resultado que Venezuela esté fuera de todos los esquemas de integración que contribuyeron a crear un mercado amplio y un estímulo para nuestros productores nacionales, salimos de la Comunidad Andina, acabamos con “el Grupo de los Tres” (México, Colombia y Venezuela), no nos aceptan en Mercosur y ahora exterminamos todas las ventajas y oportunidades que nos ofrecía la complementariedad con la economía colombiana. La kakistocracia exhibe como gran logro sopotocientos acuerdos comerciales suscritos para que Argentina y Brasil nos vendan lo que compramos a Colombia, y ellos felices, sin duda por aquello de que “todos los días salen a la calle al menos 100 pendejos, si agarras uno es tuyo”, pero en esos exquisitos acuerdos omitieron hacer lo que esos países sí hicieron: velar por el interés de sus productores, fuente de empleos y de bienestar para sus naciones; nuestros productores no fueron siquiera tomados en cuenta, quién sabe si por golpistas, oligarcas o pitiyankis, epítetos que merecen quienes crean empleos y generan producción en Venezuela. Sustituiremos nuestras compras a Colombia pero nuestras ventas quedan sin destino, puesto que lo que producimos ya lo producen los gauchos y los cariocas; en eso consistía la ventaja de la complementariedad entre Colombia y Venezuela, para beneficio de los trabajadores de ambas naciones. Al final, sí generaremos empleo y generaremos producción, pero en Argentina o en Brasil, total, el objetivo no es el fortalecimiento de nuestra economía y el bienestar de nuestra población (ser rico es malo), sino tratar de jorobar a Uribe… ¿verdad que se ve bien claro en qué consiste una kakistocracia? ¡Cosas veredes, Sancho! Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla |
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