Yajaira en Navidad
Escrito por Luis Homes J. | @luishomes   
Lunes, 12 de Diciembre de 2011 07:22

altEncuentro a Yajaira en un Centro Comercial. Anda con sus inseparables sobrinas. Y por supuesto, agitada, acelerada, cargada de bolsas, con su lista de encargos y regalos,   mirando hacia todos los lados. “Las tarjetas están que se me explotan, no aguantan una compra mas”, me dice mientras recoge su cartera repleta de cosméticos.  Les hago seña a las sobrinas que me dejen solo un rato con ellas.  Entran a una zapatería y se entretienen.   

“Cálmate amiga, siéntate aquí y miremos un rato alrededor. Observa como anda la gente en Navidad. Todo el mundo pegado a una vidriera, caminando lento como haciendo inventario en las tiendas y luego cada quien hace su comentario. “Tá muy caro”, es la expresión generalizada de las parejas compradoras, de las familias. La gente entra y sale de los establecimientos, vuelven a ver los productos y vuelven a entrar. Hacen sus compras y salen con rostros neutrales, a veces con expresiones de íntima aceptación. Yo no veo a los compradores contentos, querida amiga. Hay una especie de resignación en las compras navideñas.  Como si nos tocara el ejercicio de un rito.”

“No mi amor yo si disfruto gastándome mis cobres, así no me recupere hasta Marzo”, interrumpe Yajaira. “Que bueno, te felicito, porque significa que le das sentido a la Navidad que en cierta forma, es una época para la entrega, para el compartimiento”, le respondo. Y le agrego.  “Yo pido en secreto a mi Dios, me muestre una oportunidad para ayudar a algunos de los más necesitados, y con carencias. Hay muchísima gente con necesidades. Pero hay algunos que solo nosotros podemos ayudar y en ellos es que me gusta concentrarme. Creo en esas felices coincidencias facilitadas por el Dios en quien creo. No es bueno contarnos nuestros ejemplos de ayuda o de compartimientos, porque perdería todo sentido. Pero pensemos en la Navidad más allá de nuestras familias y de los compromisos sociales. Y del bendito amigo secreto. Siempre hay un conserje del edificio, un vigilante, un cuidador de carros.

El vendedor del periódico. La señora que nos ayuda con la limpieza de la casa o de la oficina.   Y hasta una persona con la que te hayas disgustado durante el año, por tu malacrianza. Es bueno recordar y aprender que hay un tiempo para el compartir y la reconciliación, más allá de las vitrinas. A veces el regalo no necesariamente tiene que ser material. Puede ser una invitación a un café, una notica de recuerdo o una simple muestra de nuestra presencia. Nos hace falta rescatar, querida amiga, el sentido humano y trascendente del Nacimiento de Jesús.                            

“Tía,  tía, me gustan estos zapatos”! Grita emocionada una de las chicas desde el interior de la zapatería. Y sale Yajaira en estampida a complacer caprichos decembrinos. Quedo con la palabra en la boca para terminar lo que quise decirle con un abrazo. Feliz Navidad Querida Amiga!


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