Venezuela después del petróleo
Escrito por José Manuel Núñez Gorrín   
Lunes, 06 de Diciembre de 2010 04:28

altEs inevitable e indetenible. Vamos hacia un mundo donde el petróleo será cada vez menos importante o al menos así debe ser para evitar un cataclismo. Existe una barrera temporal más allá de la cual el petróleo no podrá abastecer nuestras necesidades de energía, como consecuencia de la creciente demanda y del irremediable descenso de las reservas, antes de lo cual la escalada de los precios del crudo sumergiría al mundo en una monumental crisis.

La esperanza está en la ciencia, que está cada vez más cerca de proporcionarnos fuentes de energía que puedan sustituir en su totalidad a la fósil. El mundo cruza los dedos para que el proceso de investigación del ITER tenga éxito, el cual ha dado inicio a lo que podría ser la energía del futuro que dependerá no de las materias primas sino del conocimiento.

El objetivo del ITER es conseguir un suministro de energía a base de la fusión nuclear, proceso que se ha logrado a pequeña escala y que requiere superar retos como la contención de un plasma a millones de grados de temperatura a través de anillos de campos magnéticos, manteniendo el sistema en un proceso continuo y controlado de un suministro de energía. Se estima que para el año 2020 podría estar funcionando y diez años después podrían estar en construcción las primeras plantas comerciales. Casi al día siguiente el petróleo perderá su importancia como medio de producción de energía.

La capacidad de la fusión es de fantasía. Con el agua de una bañera y dos pilas de litio de un celular se puede generar la energía que necesita una persona a lo largo de su vida. Un kilogramo de hidrógeno daría energía durante todo un día a una ciudad como Caracas. Además, los océanos son una fuente inagotable para obtener los isótopos de hidrógeno, insumos de la fusión y el litio requerido sobra. Las plantas de la fusión son pequeñas, mucho menos costosas que las de fisión y los residuos pueden en poco tiempo devolverse al medio sin riesgos.

El hidrógeno con casi toda seguridad será la fuente de energía de los vehículos, a través de combustión o por pilas, reduciendo aún más las necesidades de petróleo. Aunque la producción de hidrógeno requiere de energía, esta puede lograse a través de fuentes limpias como la eólica, la solar o la geotérmica.

El drama para Venezuela será como sobrevivir en un mundo sin necesidad de petróleo. En un país donde el Estado deliberadamente ha destruido el tejido empresarial, ha acabado con la seguridad jurídica y controla la economía, todo con base a su renta petrolera, el futuro no luce para nada prometedor. El daño ha sido tal que las exportaciones no petroleras que hace 10 años representaban el 30% de las exportaciones del país hoy solo llegan al 6%, siendo casi una especie extinta.

Ante una caída de la actividad petrolera el panorama del país, con unas importaciones de más del 40% del PIB, sería desolador y demoledor. Con las industrias en el suelo y sin la necesaria competitividad, el país requeriría de una potente devaluación para balancear sus cuentas, manteniéndose empobrecido por décadas hasta que se lograra las competencias necesarias para exportar.

Estará en las manos de los futuros dirigentes democráticos preparar al país para el reto que significará no poder vivir nunca más del petróleo, asumiendo tal vez que parte de las reservas quizás jamás se extraerían, para lo cual es necesario comenzar lo antes posible a crear las bases que permitan contar con una industria nacional moderna y competitiva.

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