Banca inclusiva y desarrollo nacional
Escrito por Juan Carlos Escotet R.   
Lunes, 01 de Noviembre de 2010 07:22

altAnte los profesionales de la banca se levanta, ahora mismo, una responsabilidad de carácter histórico. Se trata de la consecuencia de intercambiar con el mundo que nos rodea: el sistema financiero mundial tiene, en la ruta de su sostenibilidad,

nada menos que la tarea de incorporar a enormes contingentes de personas que, en todo el planeta, todavía permanecen fuera del ámbito de lo bancario.

De una banca que actuaba en segmentos parciales del conjunto social, estamos en el camino a una banca que abre sus puertas, se levanta de sus escritorios y se quita la corbata, para ir en la búsqueda de personas, familias y comunidades que continúan, ya en pleno transcurrir del siglo XXI, sin tener una cuenta registrada en un banco. Eso en el mundo de hoy, es una especie de analfabetismo que profundiza la brecha de la pobreza y limita las oportunidades a los hijos de esos venezolanos que no tienen el concepto de ahorro, que viven el día al día sin posibilidades de pensar en el futuro.

Para llegar a este momento, privilegiado por su relevancia histórica, las instituciones financieras han avanzado un trecho muy importante, que ha significado un proceso de cambio de mentalidad y de cambio en los paradigmas que han dominado esta actividad a lo largo de las décadas.

A ese cambio de las mentalidades y de las condiciones legales, ha venido a sumarse ahora una comprensión fundamental, que modifica el marco de esta discusión: se ha comprobado que los riesgos no son los que se habían estimado, los cuales estaban cargados de prejuicios. Hoy son muchas las organizaciones que han comprobado que la acción de ampliar los sectores que atiende la banca, puede ser rentable y productiva en muchos aspectos.

Si la ampliación de los mercados supondrá, en efecto, la reducción de los costos operativos; si el uso de las nuevas tecnologías nos permitirá alcanzar a la población que está fuera de las redes bancarias; si la creciente penetración de Internet nos facilitara el contacto con más y más gente; si la banca electrónica puede ser el medio que concrete las políticas sociales de los gobiernos, de modo de llevar en el menor tiempo posible los beneficios a las comunidades; todas estas son las razones por las que la Asociación Bancaria de Venezuela decidió que el tema de su seminario 2010 fuese la inclusión.

Una mínima y rápida revisión al objetivo que está planteado en Venezuela en la actualidad, el de una banca que pueda crecer hacia un mercado más amplio, y que sea capaz de desarrollar productos atractivos para sus potenciales integrantes, es decir, una banca con una mentalidad puesta en políticas y prácticas de inclusión, debería ser un esfuerzo conjunto de la banca pública y la banca privada.

Experiencias de mucha relevancia, exitosas en lo cualitativo y en lo cuantitativo que han tenido lugar en otros países, muestran que la figura de los corresponsales no bancarios, redes de pequeños negocios y comerciantes que están presentes en cualquier punto de la geografía, son el factor clave de una operación que haría posible, en el caso de Venezuela, incorporar a varios millones de personas, en muy corto tiempo.

En Colombia, esos corresponsales bancarios hicieron posible que cuatro millones de adultos colombianos accedieran a los servicios financieros en menos de 3 años y, durante el mismo período, se otorgaran más de 5 millones de microcréditos.

Los efectos de la figura de los corresponsales bancarios son múltiples, y generan beneficios que van mucho más allá de lo bancario. Basta con señalar que permite sustituir el uso de dinero efectivo, que es una política aliada de la lucha contra la legitimación de capitales. Quienes lavan dinero y lo falsifican, quienes trafican con drogas y armas, son justamente los más interesados en mantener un establecimiento de intercambios económicos que tenga como base el uso de dinero en efectivo.

A esta consideración anterior tendríamos que sumar el impacto que podría generar el desarrollo de la banca móvil, que permite hacer transferencias y ejecutar servicios en tiempo real, sin que la distancia se erija como una dificultad para alcanzar a las poblaciones más remotas. La banca móvil haría posible que todos los actores del sistema, banca gubernamental, banca privada y organismos supervisores, logren grandes avances, a costos razonables, en tiempos que son inmediatos si se les compara con el que exigirían los mecanismos convencionales.

La creación de una normativa dirigida a este tipo de transacciones, que impulse de forma definitiva la masificación de los servicios financieros, debe tener fundamento en un criterio primordial: debe responder a las necesidades reales de la actividad comercial y mercantil, a los intercambios que ocurren entre los distintos actores económicos, todos los días, en cualquier región del país. Pero no sólo eso: también debe comprender que el desarrollo de estos sistemas implica inversiones, y que su mantenimiento en el tiempo tiene unos costos, que deben ser financiados, incluso por sus beneficiarios, para que los mismos sean sostenibles en el tiempo.

(*): Presidente de Banesco

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El Universal/OyN




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