Ariel Acosta Rubio: La mejor Venezuela triunfará
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   

Ariel es el resumen de la odisea venezolana. Allí donde muchos se extraviaron, él logró resistir. Los tiempos de la gran Venezuela, y los tristes años que vinieron después, fueron para él como la montaña rusa, hasta que al final se encontró con su propia sombra, en los espacios de la soledad nutritiva que a muchos les permite escuchar las demandas de Dios.

¿A dónde vas? fue por algún tiempo una pregunta para la que no tuvo demasiadas respuestas. Media casa, una lancha y mucha bondad fueron, según sus propias palabras, las únicas armas que le habían quedado en sus alforjas. Y la buena fortuna de encontrarse en el medio del camino con la que hoy sigue siendo el gran motivo de su vida: su mujer. Los que ahora lo ven exhibiendo tanta seguridad, tal vez no sepan de la epopeya de inventar una idea y de llevarla a la práctica, con escasos recursos y la poca fe de los demás. “Allí está Ariel, haciendo de pendejo, creyendo que con churros se puede llegar a algún lado”. Pero ante el escepticismo de los ajenos triunfó la bondad y la persistencia. Él y su mujer hicieron de su noviazgo la oportunidad de construir un proyecto empresarial duradero al cual rápidamente se suscribieron con entusiasmo los respectivos suegros. La deuda de la confianza la ha pagado con creces, en afecto y reciprocidad.  Diez años después la extravagante idea de vender churros se ha convertido en una franquicia venezolana con presencia internacional, y sus amigos ya no dudan.

Víctor Maldonado (VM): Vivimos un país confuso. Sin embargo gente como tú sale todos los días a demostrarnos que sigue teniendo sentido seguir adelante. ¿Cómo abordas el país cotidiano, ese que muchas veces provoca temor y abatimiento, y que lamentablemente devuelve mal por bien?

Ariel Acosta Rubio (AAR): Yo salgo todos los días a trabajar y a vencer dificultades. Todo mi tiempo útil lo dedico a innovar y a hacer de mi negocio un ejemplo, no solamente de rentabilidad y de productividad. Un buen negocio debe emitir un mensaje moral a la sociedad. Debe mostrarse como una alternativa amigable y cordial frente a situaciones que muchas veces desaniman. Tengo el privilegio de dirigir una empresa que por las características de sus productos, provoca placer y “endulza” la vida de la gente. Pero no solamente me dedico a contribuir con esa forma de felicidad que encontramos cuando saboreamos algo que realmente nos gusta, sino que procuro que toda mi empresa emita un mensaje de profunda solidaridad con lo mejor del venezolano. Un país que puede sentirse orgulloso de sus sabores, sus colores, y por supuesto de su gente. Un país que no tiene por qué debatirse en odios y rencillas, porque al final del día nos podemos encontrar en una misma fila para comprar churros y chocolates. Así que este país tan impreciso hay que confrontarlo con trabajo cotidiano y con mucha disposición a ser productivos, propositivos y positivos. Creo que nosotros debemos creer en nuestras propias capacidades y tener conciencia de que para nosotros nada tiene por qué ser imposible. Por otra parte, no hay que abandonar nuestra condición de líderes. Y en este ámbito también hay que contrastar entre estilos derrochadores y otros que son más ordenados y orientados al logro. La conducta, el manejo de la agenda y el uso del tiempo, la dedicación y la sensibilidad social son componentes que al final se convierten en una barrera infranqueable para todos aquellos que pretendan sortearla. Entiendo que la calle está llena de amenazas, pero para sortear exitosamente los obstáculos y salir airosos de todos los retos estamos nosotros.

— VM: Tú eres un empresario que tiene la suerte de contribuir con el emprendimiento y la innovación. Manejas la franquicia venezolana más exitosa, y por lo tanto estás en contacto permanente con gente que quiere montar un negocio. Tú los guías, y le ofreces un sentido a sus posibilidades de inversión. ¿Cuál es el mensaje con el que los enganchas para tu proyecto?

AAR: Yo comparto con mis franquiciados parte de mi experiencia vital. Vengo de una familia de inmigrantes en cuyo seno aprendí la importancia del logro. Cada uno es su propio destino. Cada uno es la garantía de sus propias realizaciones. Una de las cosas que mi familia me enseñó es que nada es de gratis, nada sucede de casualidad, todo ocurre como tú los buscas, es decir, lo tienes que trabajar tú mismo.  Cada uno vale por lo que es, por sus realizaciones y por la marca que deja en la sociedad. Por lo tanto, la parafernalia y el lujo excesito no solamente no tiene sentido económico, además se convierte en un insulto a la realidad venezolana, llena de necesidades que todavía no se han satisfecho. Este país lo resuelven hombres y mujeres “echaos pa´lante”, que no se amilanen, que sean ingeniosos, que no dependan de los recursos, que tengan capacidad de trabajar y dar lo mejor de sí, independientemente de las holguras financieras o de otro tipo que puedan tener en un momento determinado. En eso consiste el éxito, en la virtud de visualizar las posibilidades y no de abatirnos por las dificultades del día.

— VM: Eso es cierto. Tuviste la confluencia de fortuna y virtud que te permitieron construir desde La nada un emporio como la Corporación Churromanía. Sin embargo, no te has quedado allí. Desde el principio has tenido una gran sensibilidad social. La Responsabilidad Social Empresarial es uno de los signos de tu presencia como empresario, además de la dirigencia gremial.

alt— AAR: Es cierto. La vida y el éxito no tienen sentido si no se acompaña del esfuerzo por mejorar la sociedad que te ha visto progresar. Creo que un empresario debe tener sensibilidad pero sobre todo tiene que aprender a canalizarla. Una de las brechas que necesitamos allanar en este momento del país es la distancia entre lo que la empresa privada hace, y lo que la sociedad le reconoce a la empresa privada. Los privados somos sensibles y preocupados, pero nos han pintado como unos truhanes solamente interesados en la ganancia. Eso no es cierto. La responsabilidad social nace precisamente de nuestro intenso contacto con la gente. Empleados y sus familias son la ventana desde donde nos asomamos a la realidad, que a veces repugna por la injusticia reinante, y muchas veces nos cuesta no caer en la desesperación. Solos no podemos con una realidad que a veces es brutal, pero eso no significa que hagamos el esfuerzo sistemático para lograr una masa crítica que permita en algún momento el cambio. Y como estamos enfrascados en la batalla de las ideas, pues no queda más remedio que decir lo que hacemos, comentar lo que nos preocupa, y compartir con los otros esos sentimientos. Pero sobre todo, hacer. Nosotros compartimos nuestro éxito, generamos empleos de calidad y promovemos la excelencia. Pero queremos ir más allá. Demostrar por ejemplo que la sociedad necesita y requiere que nos aliemos para la consecución de objetivos. Demostrar que nosotros somos parte de los éxitos del país. Ahora mismo lideramos un programa de Responsabilidad Social que hemos llamado “Viva la música”. Nos dedicamos a dotar de instrumentos musicales a los centros comunitarios donde se desarrolle la instrumentación y práctica musical, además de servir de voceros y organizadores de eventos musicales con el fin de promover e incentivar a los niños, jóvenes y al entorno familiar a participar  en el movimiento musical. Nos enrolamos en la maravillosa gestión del sistema nacional de orquestas infantiles y juveniles, y allí donde hay una oportunidad de complementar, pues allí hacemos la diferencia. Allí donde hay una posibilidad, pues la transformamos en una ocasión para que los todavía excluidos tengan el chance.

— VM: Muy bien, pero ¿por qué la música?

AAR: Porque esta sociedad sigue necesitando de elevación espiritual. Porque un niño pobre que tenga la oportunidad de saberse diestro en un instrumento eleva su autoestima y comienza a sentirse invencible, porque ese niño integrado a una orquesta y a un sistema tan sofisticado de aprendizaje, obtiene la estructura que muchas veces no puede encontrar en su familia o en su comunidad. La música desarrolla la inteligencia, la buena música desarrolla el alma, con esto quiero decir que obtenemos venezolanos de mejores quilates. Ese debe ser el reto no solamente de Churromanía, sino de todos los venezolanos. En vez del naufragio trágico en las aguas del odio y del resentimiento, vamos a dedicarnos a construir un futuro en el que el odio no tenga cabida, y en el cual las ideologías totalizantes no encuentren eco. El mundo está cambiando, pero sin nosotros. Visitas el pacífico y encuentras una dinámica capitalista que aun en el marco de la recesión que estamos viviendo, no encuentra pausa en el afán de comercio, desarrollo tecnológico y modernización. Vas a China, la vieja China Comunista, y observas como el comunismo va siendo un recuerdo o una excusa, porque la dinámica de esa sociedad está estrechamente vinculada a empresarios y emprendedores privados, a proyectos de alta factura, que sin lugar a dudas van a cambiar el perfil de ese país en una o dos generaciones. Pero volvamos a la música. Allí tenemos ventajas que sería criminal no explotar a los efectos del desarrollo social que todavía necesita Venezuela.

— VM: El sistema de orquestas y los esfuerzos que se hacen alrededor de los niños muestran otra Venezuela…


AAR: Así es. Al lado de la discusión vacua esta insurgiendo un movimiento muy poderoso que no entiende de odios. Y que cosecha éxitos mundiales que se le deben cargar a los activos del país que ha invertido treinta años en el esfuerzo. De ser un país sin una tradición musical de primera línea nos hemos convertido en una potencia. Da orgullo ver que Dudamel, por ejemplo, es el Director de la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles.  Algunos piensan que se ha cometido el error de aislarlos de la realidad nacional. Que nuestros músicos son un contraste inexplicable con la lucha que mantiene la sociedad democrática en la calle. Pero es una afirmación muy injusta. Allí está él diciendo con los hechos que el camino no es la mediocridad de una ideología que solamente reparte odios y más pobreza. Que él éxito es excelencia y esfuerzo y no rentismo. Que el reto es ser los mejores y subir el promedio del país. Tenemos que acostumbrarnos a reconocer el mérito de la gente que habla haciendo, como es su caso. Esa es la Venezuela que tiene que triunfar, y que al final va a conseguir la victoria. La otra se está deshaciendo en rentismo, corrupción y equivocaciones. Por otra parte el sistema es la verificación de una forma de hacer gobierno que sin intervenir, colabora. El viejo papel subsidiario del Estado, por el que se apalancan buenos proyectos, sin caer en la tentación de malograrlos por excesivo manoseo. Y esa también es una inmensa ganancia, porque nos demuestra que no todo podemos darlo por perdido. Mi sueño es que cada niño pueda aspirar a ser otro Dudamel, profesionales integrales e íntegros. Diestros y con sentido de realidad. Y hay un tiempo para todo. En este mundo lleno de confusiones, mejor cuidar los activos y resguardar los consensos.

— VM: Tú también eres músico, además de promotor musical. ¿En qué momento del país estamos?

AAR: El primer movimiento, pero también el penúltimo. Dramáticamente intenso, intensamente conflictivo, pero aspirando firmemente a la serenidad. Tempestuoso pero fugaz, como nuestros chubascos. No tengo ninguna sobre el desenlace: Allegro Vivace, unidad y sumatoria colectiva. Capacidad para resumir la experiencia y aprender de ella. En cualquier momento vemos el final y estaremos muy felices de aplaudir la conclusión de esta etapa del país. Sin embargo, el tiempo que transcurra dependerá siempre de nosotros, de lo que hagamos, de cómo lo hagamos, y de la fortaleza de ánimo que demostremos. He tenido muchas veces la oportunidad de saber que Dios está del lado de los hombres y mujeres de bien. El mal asecha y a veces confunde, pero no triunfa.



Fotografía y producción: : Yessenia Pérez Cuetos.


altDesde la cámara

Espacio de entrevistas y opinión de Víctor Maldonado C., director ejecutivo de La Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas. Ha sido consultor para Ediciones Especiales del Grupo Editorial Producto y Consultor Asociado Externo de proyectos como Identificación de consensos en las políticas públicas orientadas al Combate de la Pobreza, con el Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello y el USAID-ISPD.  Es  profesor de pregrado y postgrado en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Metropolitana. Maldonado  es  politólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela con una maestría en Desarrollo Organizacional de la UCAB. Ha publicado trabajos en la revista Temas de Coyuntura del IIES UCAB, y es articulista especial de la Revista Dinero, y articulista semanal del Diario El Mundo, Diario Notitarde, Diario El Correo de Caroní y el Diario El Siglo.

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