Asesinos o mártires
Escrito por Víctor Rodríguez C.   
Martes, 25 de Octubre de 2011 07:28

altEl dictador Muamar Gadafi fue asesinado mientras huía del acoso popular que le reclamaba los 42 años de crueldad. Un fin que no sorprende. Los tiranos, aunque pretendan tener apoyo popular, se vistan de colores, ofrezcan y engañen a sus pueblos, sean recibidos y abrazados por otros, llenen plazas y ocupen el espacio público a diario, terminan en forma trágica: suicidas, asesinados o encarcelados.

Algunos desubicados e irresponsables "lamentan" el asesinato de Gadafi, a quien incluso califican de "mártir" de Libia y de la lucha contra el imperialismo, y anuncian que la batalla apenas comienza, mientras el mundo apuesta por la estabilidad y la democratización, después de 42 años de barbarie consentida por muchos interesados, como suele suceder cuando los mezquinos intereses económicos prevalecen, en perjuicio de los derechos de los ciudadanos.

Con sus declaraciones, el régimen bolivariano insiste torpemente en separarse de la comunidad internacional que considera que el fin de la era de Gadafi abre nuevas e importantes perspectivas de libertad y de progreso al pueblo libio. En un comunicado oficial la Cancillería, al responsabilizar a la OTAN de la muerte del dictador Gadafi, afirma que en Libia "se ha conducido una política violenta de cambio de régimen en violación de los más básicos principios del Derecho internacional", e ignora deliberadamente las violaciones generalizadas y sistemáticas de todos los derechos humanos y del Derecho internacional en general que implementó el libio durante esas cuatro décadas.

Gadafi muere en manos de su propio pueblo. Fue asesinado sin compasión, aquella a la que nunca recurrió mientras dominaba el país. Un proceso justo y el consecuente castigo eran preferibles, pero la violencia de Estado genera irremediablemente violencia popular y odios.

Los tiranos mueren por lo general en forma trágica y desaparecen con el tiempo. Suicidas, como Hitler con Eva Braun, en su bunker en Berlín, el 30 de abril de 1945. Ajusticiados, como Mussolini con Claretta Petacci, en Piazza Loreto, el 28 de abril de 1945.

Encarcelados, como Charles Taylor, el una vez poderoso genocida liberiano, quien es procesado por el Tribunal Penal creado por el Consejo de Seguridad de la ONU para conocer los crímenes contra la humanidad y de guerra cometidos en Sierra Leona; o mueren en ella, como el serbio Milosevic, mientras era procesado por la Corte Penal Internacional por los crímenes cometidos en la antigua Yugoslavia. Otros murieron después, sin condenas definitivas, como Pinochet en 2006, mientras era procesado por más de 28.000 casos de tortura, según el Informe Valech, a pesar de argumentar debilidad mental; o enfrentan la justicia, como Mubarak, de Egipto, quien por 30 años gobernó ese país, ahora procesado por los crímenes cometidos en contra de la población civil durantes los acontecimientos de febrero de 2011.

Algunos siguen gobernando pero en la mira de la justicia, como el coronel sudanés Al Bashir, en el poder desde 1989, quien es solicitado por la Corte Penal Internacional.

Otros bajo la mirada de la comunidad internacional como Robert Mugabe, a quien se le acusa de fraude electoral y de violación masiva de los derechos humanos en Zimbabue, y Mahmud Ahmadineyad, cuyo régimen irrespeta las normas internacionales de convivencia pacífica, en particular las decisiones internacionales que controlan la no proliferación de armas nucleares, promueve la destrucción del Estado de Israel y aplasta la disidencia en el país.

Uno bajo observación por el Consejo de Seguridad, Bashar al Asad, dictador de Siria, en el poder desde 2000, responsable de la represión brutal que ha dejado centenares de muertos en el país. Otros continúan, pero probablemente por menos tiempo del previsto, como Kim Jong-il, el "Eterno Presidente" de Corea del Norte, heredero de Kim Ilsung, en el poder desde 1994; Alexander Lukashenko de Bielorrusia, en el poder también desde 1994, llamado el último dictador europeo, y los hermanos Castro quienes algún día también tendrán que rendir cuenta ante la justicia por los crímenes cometidos durante más de 50 años en Cuba.

Los tiranos nunca serán mártires, aunque su fin sea trágico como generalmente lo es.

Son simplemente asesinos.

La muerte de Gadafi muestra que el poder no es eterno y que ningún gobernante puede apropiarse de las instituciones y de la vida de los hombres sin que nada ocurra a su alrededor.


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