Del sosiego necesario
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 01 de Diciembre de 2025 01:52

altPor supuesto, no es fácil conseguir y mantener una actitud serena en medio de las más persistentes dificultades y crispaciones.

Y de extenderse en consejos para lograr la hazaña, sobre todo, cuando no somos terapeutas egresados en alguna especialidad de la psicología y psiquiatría, o de las dudosas alternativas que ofrece la ya antiquísima “nueva era”, con un coach para cada dolencia corporal, mental, profesional, doméstica y hasta espiritual. Sin embargo, nos aventuramos a recomendar un poco más de sosiego frente a los problemas personales y personalísimos, individuales y colectivos, y, en definitiva, sociales y societales respecto – en un caso – a la interacción entre las personas y los grupos problematizados, y – el otro – a los que atañen a la sociedad entera como sistema.

En buena medida, los contratiempos y disgustos no dependen exclusivamente de nuestra propia voluntad, disponiendo de escasos recursos para afrontarlos a entera satisfacción. Aquello de arroparse hasta donde llegue la cobija, adquiere características de una ley universal, pero sería una estupidez no admitir nuestra cuota de responsabilidad y la falta de diligencia por resolver un poco la situación.

Tengan carácter coyuntural o estructural los contratiempos que se convierten en angustia doméstica, real o presuntamente irremediables, lo importante es preservar la calma para meditarlos y la paciencia adecuada para encararlos. Esta verdad de Perogrullo es tan obvia que pasa desapercibida y se hace ausente, por lo que la tempestad de nervios aparece una y otra vez, los remolinos de la angustia nos asedian constantemente y solemos tomar decisiones sin la quietud  necesaria.

Hasta nuevo aviso, los tropiezos domésticos requieren de nosotros una determinada disposición de asumirlos y de fajarnos, evitando el colapso nervioso si los pensamos, inventariamos nuestras recursos y posibilidades, implementando las tácticas que mejor respondan a la estrategia elegida y sostenida para reevaluar otra vez los hechos. Salvando las distancias de algo más que tiempo, modo y lugar, hay bastante familiaridad con el desempeño de los decisores políticos que intentan improvisar lo menos posible y, para ello, cuentan con una mínima virtud y voluntad que se convierte en experiencia: momentos del fundamental sosiego que permite un eficaz autocontrol a la hora de idear o asumir las respuestas que les demandan.

Perder la calma no constituye una opción válida en medio de los apremios y tensiones de casa, de la comunidad y de la sociedad a la que no podemos renunciar, aunque lo queramos. Así las cosas, conviene compartir con uno mismo o con los demás, una taza de café o de cualquier otra infusión que obligue a esos instantes de cuerda paz interior para la vida que es permanente lucha. 

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