| Orlando Fernández Medina |
| Escrito por Alexander Cambero | X: @alexandercamber |
| Lunes, 20 de Octubre de 2025 00:21 |
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Sobre una espiga observa cómo su vida se va evaporando entre los muchos episodios que lo hicieron indispensable. La inmortalidad que confieren los recuerdos es el rasgar imaginario de unas cuerdas que enlutan el alma de un pueblo que jamás lo olvidará. Es una herida en el corazón cuando muere un amigo. Un elegido de la lucha que jamás retrocedió. Su legado germinó en los surcos de la idoneidad, con tal vigor que sus principios están firmemente arraigados en la gente. En cada rincón de Lara están incrustadas con fuego eterno un sinfín de historias de este extraordinario personaje. El pueblo larense lo hizo gobernador. Fue una trepidante campaña en donde, venciendo una serie de obstáculos, logró derrotar a quienes se creían dueños absolutos del poder. Su gestión fue estupenda. Puso énfasis en el área social. Más de veintiocho programas que apuntalaban a atacar las desigualdades. Un mandatario cercano que no se llenó de escoltas y prepotencia. Se transformó en un severo vigilante de su administración. Que cada beneficio llegue a la gente. Era exhaustivo para hacerse seguimiento a cada bolívar. Personalmente, recorría cada rincón para que de veras llegara el recurso. Consultaba al ciudadano visitándolo en sus casas para saber si de verdad habían obtenido lo solicitado, ya fuera individual o colectivo. Cuidaba los bienes del estado con mucho celo. En más de una oportunidad, metió preso a algún funcionario que utilizaba patrimonios públicos en asuntos particulares. Igualmente, marcó un estilo de trato deferente a cualquier ciudadano que solicitara un servicio. Escrupuloso para enseñarle a sus colaboradores que había que impedir que la corrupción manchara su obra. Se cuidó mucho del adulante que enceguece con la seducción sutil al ego humano. Defendió como fiera su administración para ponerla al servicio de nuestra entidad. Convirtió al estado la Lara en el más seguro de la nación. Muchos de sus programas fueron modelos para Venezuela. Sus obras llegaron a todos los sectores. No eran por mero azar. Se consultaba al pueblo para realizarlas, muchas veces en autogestión. La vialidad agrícola tuvo mucha prioridad en su gobierno. Hasta el último rincón llegó el rugir de las maquinarias, devolviéndole operatividad a senderos en donde creció la desidia. En el área de la salud tuvo avances extraordinarios. Cuidó con celo que los equipos y medicinas no fueran sustraídos por las mafias enquistadas en los centros de salud. La educación recibió un gran apoyo poniendo énfasis en la infraestructura escolar. Construyó escuelas dotadas de lo indispensable. Se preocupó muchísimo porque los educadores fueran bien pagados. El deporte también alcanzó un gran impulso al igual que la cultura en todas sus expresiones. Fue un gobernante que escuchaba las legítimas aspiraciones de mejores beneficios para sus trabajadores. Discutía con los sindicatos en un tono de reconocimiento y respeto. Salió del gobierno por la puerta dorada de la historia. Dejó una obra que trascendió las mieles del tiempo. En cada rincón quedó la huella de una gestión ejemplar. Orlando Fernández Medina no se quedó para el anecdotario de un café para contarnos sus historias. Volvió a las calles para luchar por la libertad. Alguien sin manchas y atiborrado de honestidad regresaba al combate. Admirado por su pueblo y altamente respetado por sus adversarios ponía lo mejor de su esfuerzo para indicar el camino. En su casa de Yaritagua recibió a la líder María Corina Machado para juntos y en compañía de millones traer esperanza a un pueblo ansioso de democracia. Con ese huracán marchó Orlando en la seguridad que el momento había llegado. Y como buen visionario no se equivocó. Orlando Fernández, fiel a su conducta, luchó contra su mal. Vía WhatsApp contaba sus pormenores sin ocultar nada. Una valentía única para enfrentarse con un enemigo severo. Hasta el último instante de vida terrena, como buen periodista, reportó su anomalía con la honestidad de un ser hecho de verdad. El cantor es la historia de un pueblo que lo seguirá amando. Su obra está en miles de corazones que sintieron el esfuerzo de un titán. Sus banderas de transformación seguirán tejiendo las oportunidades de romper las cadenas. En su homenaje seguiremos creyendo en la libertad como aliento para nuestros huesos.
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