Los tapones, como su imaginación -la de ustedes- permite sus vuelos, poseen diversos usos frecuentes.

Las cañerías se obstruyen y uno a ese hecho, nada insólito, lo llama tapón. Nada circula por ahí para abajo. Bueno, así. Tapones usan los plomeros en tuberías condenadas; hasta lo que mentamos -con o sin madre- colas vehiculares, por libre -alguna cosa libre queda- extensión o asociación lingüística, llamamos tapón. Los basqueteros vociferan de las a diario el término. Las mujeres emplean la palabra para algunos innombrables artilugios que a los caballeros nos cuesta vislumbrar, mucho menos coger con las manos. Y así. 

Un señor de más de ochenta años, ya en la calle -literalmente, y en todos los aspectos- reclama públicamente su pensión inexistente -130 bolívares es inexistencia- para ir a parar donde taponan bocas. Así otros orificios los tenga ya tan taponados con el hambre y la precariedad que no cumplen prácticamente función alguna. Y así va la cosa. 

Preguntan e indagan, requieren e inquieren, porque la gente salga y diga y haga, como si nada. La inteligencia no debería ser solo artificial, por derivada esta de la natural, originaria, normal, cotidiana, aunque eventual, que sea. Nada de andar cuestionando silencios u omisiones. No canta el gallo, no canta; tampoco la gallina cacarea, no cacarea. Hay sequía. Hay sequía. ¿Es tan difícil entenderlo? ¿No se aprecia el panorama obstructivo de todos los orificios? ¿Es preciso seguirlo demostrando día a día, como una cantinela inacabable y cruel? 

Orificios taponeados. ¿No se entiende? Use entonces la inteligencia artificial. Ésa que seguramente le hablará de contexto, de visiones políticas alternas a las democráticas, de situación país, de muertos, presos, torturados, desaparecidos, exiliados, huidos. Le dirá que huidos existen más de nueve millones, según registros oficiales de los organismos que se encargan de cuantificar esos desplazamientos humanos; así sean recibidos inhumanamente, marginados, maltratados, como el insultado jugador de fútbol que lloró y procedió por todos nosotros contra el insolente y más que insolente e insensible paraguayo. 

La cloaca está obstruida. Por muchas razones. Miedo -que tambien es libre-, carencia de alimentos, sequía de soluciones inmediatas, terror por la propia vida y la ajena. Pensar es otra cosa. Es más libre. Nadie duda, en estos momentos, el lugar de cada quien con las ideas. El juego es más franco ahora. Pero, "chito" decían que decía Gómez. La Rotunda fue sede del límite a los descomedidos. Habilidad desarrollada en otros ámbitos de acción, más que de palabras malsonantes hoy -casi todas. Guasina también es mal recuerdo. ¿O no? Cañerías obstruidas. No suelen durar mucho, aunque los cubanos dan mal ejemplo al respecto. Si no se entiende, no exijan.