Victoria política, derrota electoral
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 01 de Abril de 2024 00:00

altSe sabe de sobra que en política, generalmente, dos y dos no son cuatro;

que, en democracia, la que denodadamente estamos empeñados en restablecer, siempre hay que aspirar a aproximaciones y no a soluciones definitivas; que el equilibrio, por su propia naturaleza, juega un papel fundamental, por lo que los “radicalismos” deben ser evitados, cuando no repudiados.

Nadie, dentro de la oposición democrática, desdice que María Corina Machado, a fuerza de leer e interpretar correctamente las circunstancias nacionales y externas; de fajarse duramente para llevar su mensaje de libertad y reivindicación a las grandes mayorías; de enfrentar los innumerables obstáculos que el régimen le opondría en su constante recorrer por nuestra geografía, y de hacer una convocatoria clara y convincente, arrasó en las primarias celebradas el pasado 22 de octubre, con un asombroso e inédito porcentaje . En todo caso, habría que estar bien loco o excesivamente desinformado para sostener lo contrario. De otra parte, tal jornada significó una gran conquista de la ciudadanía y la democracia.

Hay que vivir en otro mundo, o estar provisto de un “infantilismo” descomunal para ignorar, antes y ahora, que el gobierno iba a mover todas sus piezas para impedir que la señora Machado pudiera ejercer su derecho a postularse oficialmente a la presidencia de la república y con ello, provocar y desatar todos los demonios dentro de las filas opositoras.

Ahora preocupa que un logro político lo podamos convertir, gracias a nuestras torpezas, planteamientos un tanto prepotentes, pueriles posiciones, devenidos talladores de defectos o adoradores de la perfección, en un nada merecido fracaso electoral.

Repetía hasta el cansancio un gran amigo (cuyo nombre oculto a exprofeso para evitar que le caigan encima, cosa muy de moda en estos tiempos) que, en las elecciones parlamentarias del 2015, oportunidad en que la oposición logró una holgada mayoría, en vez de servirnos para consolidar una gran victoria electoral y política, lo que hicimos fue convertirlas en un significativo descalabro, cuyas causas y motivos no vale la pena repetir.

En este momento la cosa es al revés. Un gran triunfo político lo podemos transformar en un desastre electoral, sino actuamos con tino, inteligencia y unidad.

La perfección es de Dios, no de humanos. Buscar candidatos hechos a la medida de nuestro gusto, antojos y pareceres, resulta un asunto innoble, irresponsable y necio. Los Apolos, Afroditas y Adonis solo existieron en la mitología griega y no tienen cabida en esta cruda realidad política. “La adoración perpetua” la enterramos con Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez. Hoy por hoy, debemos movernos con sentido común: Sea cual sea el candidato o candidata, si vamos unidos de verdad, sin complejos ni maledicencias, comprometidos y entusiastas, no hay cómo ni quién nos quite el triunfo. No convirtamos, entonces, una victoria política en una estrepitosa derrota electoral.

 

|*|: Especial para www.opinionynoticias.com


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