El perdón irreversible
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 17 de Abril de 2023 00:00

altA propósito de la sugerencia del señor Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, en el sentido que quienes acudieran

al Consejo Nacional Electoral debían consignar un escrito pidiendo perdón por los comentarios divulgados con motivo del fallecimiento de Tibisay Lucena, sostenemos que quienes deberían suplicar perdón al pueblo venezolano son quienes durante 24 años han arrasado con este país, su gente y sus recursos.

No cabe la menor duda que ha sido el peor período de nuestra convulsionada historia patria. Todo este desastre arrancó desde aquel fatídico 4 de febrero de 1992, en el que su principal protagonista, como si fuera una gracia, se hizo responsable de tal ocurrencia sin haber hecho algún asomo de contrición. Solamente en abril del 2002, con un crucifijo en las manos, apenas expresó unas palabras de arrepentimiento, por supuesto nada creíbles, tal como lo demostraron los eventos posteriores. Ahora, celebraron los 10 años de Nicolás Maduro en el poder sin ánimo de enmienda y rectificación.

Es este gobierno el que debe pedir perdón por haber acabado con una pujante y vigorosa industria petrolera; por empobrecer a la gran mayoría de los venezolanos; sepultado el bolívar y con este los sueldos, remuneraciones, pensiones, becas, créditos, el sistema financiero y para colmo, procurado una incontrolable inflación. Es esta administración la que liquidó todo el andamiaje institucional del país, violando normas y procedimientos, leyes y hasta la propia Constitución. Como última muestra, Maduro amenazando con adelantar las elecciones presidenciales, como si la fecha en que deben realizarse pueda ser movible conforme a sus intereses y antojos.

Es este gobierno el que debe pedir disculpas por haber acabado con el agro, disminuido a niveles catastróficos la industria, menospreciar la educación, la salud y el trabajo digno.
Deben avergonzarse por promover, permitir, aceptar algo que desde el principio no era ajeno ni desconocido: la corrupción, el latrocinio y el desfalco. No ha habido la más mínima muestra de arrepentimiento, de intento por desechar esta abominable práctica y de explicar claramente los hechos. Así pues, unos cuantos presos anaranjados y algunas tibias declaraciones, sin que se produzca o anuncie un verdadero giro para sanear o adecentar la actual administración.

Hay sospecha -incluso- que todo esto es producto de pleitos y revanchas internas, aparte de un show montado para lavar un poco la maltrecha imagen que detentan.
Deben pedir perdón por pisotear constantemente los derechos humanos, por los presos políticos, por las torturas infligidas y muertes provocadas, por la siniestra persecución y secuestro y por violar asiduamente el estado de derecho del que tanto se ufanan.

Hay un pasaje en el Evangelio que da cuenta que el apóstol Pedro le preguntó a Jesús cuántas veces tenía que perdonar ¿siete veces? y este le contestó hasta setenta veces siete. En nuestro caso, esta considerable suma no alcanzaría para exculpar a estos “revolucionarios” de sus desmanes y oprobioso comportamiento.

Son ellos los que tienen que pedir perdón a este sufrido pueblo y a aquellos quienes reclaman justicia, libertad y una vida modesta y digna.
Lamentablemente, nuestra errática oposición tampoco está exenta de culpa. Esta debe pedir perdón a los venezolanos por sus ofrecimientos fantasiosos, por sus innumerables anuncios y actitudes reñidos con la razón y probidad, por la ausencia de escrúpulos en el manejo de ciertos recursos y por haberle fallado al país infinidades de oportunidades. En consecuencia, el perdón también debe ser colectivo: Unos y otros.

Para el gobierno - en este caso - y en honor a su acostumbrado lenguaje electoral, el perdón debería ser irreversible.


|*|: Especial para www.opinionynoticias.com)


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