La sagacidad democrática de Venezuela
Escrito por Claudio Briceño Monzón | @CabmClaudio   
Martes, 03 de Junio de 2025 05:56

alt“…Somos dolorosamente ignorantes. Sabemos que existe algo, de lo cual tenemos un concepto libresco y casi abstracto, qué se llama democracia.

Que Robespierre puso a funcionar incorruptiblemente una guillotina. Que en Suiza cambian de gobierno con flemática y brevísima periodicidad. Que en Uruguay un periódico puede llamar bellaco al presidente de la República sin que su director amanezca el día siguiente con un par de grillos…”

(Otero: 1986,106)

Iniciamos con una cita de la novela histórica de Miguel Otero Silva: Fiebre, la cual narra los hechos acaecidos por la hoy recordada generación de 1928, quienes fueron un grupo que, sin saberlo, jugaron un papel fundamental en la historia de Venezuela. Esta generación se destacó por su conexión con la realidad social del país, unida por un contexto educativo y cultural, la mayoría de sus integrantes eran estudiantes universitarios, con un anhelo compartido de transformar la realidad social del país a una concepción democrática. Hoy podemos manifestar que nuestra conciencia democrática viene del deseo de esos jóvenes que en ese entonces tenían entre 16 y 24 años, un rango que definía su juventud, energía y que se manifestaron en sus aspiraciones y deseos.   

La vida democrática venezolana, es una virtud que hemos aprendido, es un concepto que se ha arraigado en nuestra psiquis colectiva, comúnmente la veíamos como un derecho congénito, una esencia imperceptible que definía la libertad nacional. Varias generaciones, criadas en los años de 1970-1980-1990, la democracia era un hecho tácito, una realidad inmóvil. Sin embargo, la experiencia nos ha confirmado que esta percepción, aunque hondamente naturalizada, no está exenta de desafíos y tonalidades.    

Hoy la mayoría de los habitantes del mundo, puede ser que no tengan una concepción democrática, si hablamos de los chinos seguramente en su cultura esta comprensión del mundo no existe, pero en el caso de los venezolanos, es todo lo contrario en nuestro ADN los principios democráticos de libertad–igualdad–fraternidad y el respecto a los derechos humanos, no los han enseñado en el sistema formal de educación. Esta mirada va más allá del simple conocimiento de la división de los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; incluyendo una visión más extensa que incluya la tolerancia a las minorías, el respeto a la opinión disidente, la libertad de expresión que hoy se perciben distantes y rememorados.    

La realidad actual presenta una imagen un poco borrosa. La tendencia democrática, en su experiencia diaria, se enfrenta a retos que nos ponen a prueba en la tenacidad democrática real. El entorno política, económica y social ha desgastado la certeza en las instituciones y ha fomentado una acentuada inquietud y frustración en los venezolanos. El quiebre entre la precepción sublimada de la democracia y su realidad visible es una temática que requiere un análisis profundo y una reflexión crítica.      

Al presente nos hacemos muchas interrogaciones: Podremos defender la democracia en el país, conseguiremos reconstruir la confianza en las instituciones democráticas y en los partidos políticos, rescataremos el lugar que deben tener los valores democráticos, que sean respetados y protegidos en la práctica cotidiana. Las respuestas a estas preguntas, lejos de ser razonadas y contestadas, deberían ser el punto de inicio para un dialogo nacional que busque envolver a todos los sectores del país. Actualmente es necesario consolidar un compromiso real desde la sociedad civil, que implique una responsabilidad colectiva y de esa manera se podría asegurar un nuevo camino democrático para Venezuela.    

La conquista democrática debe ser un rumbo que requiere una sagacidad firme. Es un proceso dinámico, en continua evolución, que exige la cooperación diligente de todos los ciudadanos, a través de la vigilancia, la participación y el compromiso cívico, con lo cual podremos redimir y fortalecer este valioso sistema de gobierno.

Referencia:
Otero Silva, Miguel. Fiebre (1986). Bogotá: Editorial la Oveja Negra, 2da. Edición.

  


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